miércoles, 21 de noviembre de 2012

La Fe que impresiona a Dios

Hace ya varias semanas, haciendo el recorrido hacia la universidad me percate que un establecimiento, de los que se encuentran por ese camino, había puesto ya su decoración navideña; esa ocasión hacia un poco de frío y el olor a café de un pequeño establecimiento me evocaron los recuerdos de navidades pasadas, ropas invernales, intercambios de regalos, figurillas del tan nombrado santa Claus, en fin me sentí tentado a comprar algo, no sé, lo que fuera, con tal de atrapar el sentimiento que me había suscitado. Días después de este acontecimiento estaba más atento, agudizando mi poca capacidad de asombro, a otros signos como las hojas de los árboles cubriendo las banquetas, los abrigos, etc. Y es que la gente suele comenzar sus compras desde muy temprano tiempo para “celebrar la navidad” con su familia y por supuesto con una buena cena.

Hoy nuevamente me sorprendió una imagen que me remitió a ‘La Navidad’, sin embargo esta a comparación de las anteriores me dejo sacudido, aun la sigo viéndola en mi memoria una y otra vez. Todo el día la he traído presente, al tiempo que se repite una de las frases que la acompañaban y haciendo brotar de mí solemnemente la reverencia y respeto sincero con un par de palabras que me sobresaltan y me interpelan: cuanta Fe y que forma de esperar el amor que llega. La impresión que me dejo aquella fotografía, que unos amigos míos habían subido a la red, donde se encontraba su hijo dibujando la paz con su sonrisa frete al árbol navideño, que con tan solo veinte esferas le remitía esa alegre paz a su rostro y las palabras de la madre: ‘Y lo mejor es que espera el nacimiento del niño Jesús’ diciendo con orgullo y ternura, con felicidad y amor desmedido hacia su hijo, solo hacían más solemne el momento, como cuando el incienso es quemado para perfumar la ofrenda de amor que se entrega en el altar.

Una vez más puedo decir que he vuelto a ver la misma realidad distinta, por una parte la navidad que muchos esperan se refleja y realiza en compas, vestidos, intercambios, decoraciones y otras tantas novedades, que solo dejan entrever la ignorancia de un amor humanizado, del amor verdadero. La espera de esa navidad consumista normalmente está cargada de tanto ropaje que cuando se llega el Gran Día en que nos es brindado El Gran Regalo, en la vulnerabilidad de nuestra misma carne asumida por Dios y contenida con sencillez en aquel el niño del pesebre, nosotros hemos terminado la Fiesta dejando de lado totalmente el motivo por el cual fue preparada. Es entonces cuando podemos experimentar el vacio enorme y el sinsentido de la preparación para una navidad que dura solamente una noche, un instante, una cena. Y así es como repetimos una vez más la historia, pues el pueblo de Israel esperaba el mesías y cuando este llegó simplemente se le cerraron las puertas.

La navidad que realmente viene y que muchas veces es ignorada, es la navidad que aquel niño de la fotografía espera; el no espera una fiesta, no espera algo sino que espera a Alguien. Cuanta Fe y que forma de esperar el amor que llega. La Fe que tiene el niño es la Fe que impresiona a Dios. La espera, a la que llamamos adviento y no comercio o consumo, es el signo para el otro de que lo que esperamos ya ha llegado, es preparar siempre la fiesta del encuentro con aquel que nos llega y con quien nos fundiremos a través del amor. La fiesta que celebramos con gozo en esa noche es solo antesala a la que celebraremos en la eternidad. Por eso nuestra preparación no está centrada en el comparar, vestir o adornar sino que nuestro adviento es gozar por su llegada y una vez alcanzada la fecha comenzar la Gran Fiesta de la Verdadera Navidad, del natalicio del Dios-con-nosotros, que no muere y caduca en una solo noche sino que esta se prolonga por semanas en la Liturgia con el fin de que gocemos la oportunidad de ser también nosotros obra de Dios para el hermano, ser un Jesús-para el prójimo. Esperemos pues y, esperemos de tal manera que también digan de nosotros: “y lo mejor es que espera el nacimiento del niño Jesús”.
 

martes, 13 de noviembre de 2012

“Rece por mi usted que está más cerquita de Dios”


Hace unas semanas entré a una de las parroquias de esta ciudad que, a diferencia de las demás esta no era antigua, ni tenía grandes esculturas en mármol sobre algún santo o sobre el mismo Jesucristo, como tampoco tenía pinturas al oleo, frescos, una bóveda alta y majestuosa, sino que esta era, por el contrario, contemporánea y austera. Pero a diferencia de las primeras, recibía a los peregrinos mostrándoles inmediatamente su gran tesoro: Jesucristo sacramentado.  La presencia eucarística, el silencio, la devoción de la gente que ingresaba en aquel recinto, la presencia de los peregrinos haciendo oración, el cirio pascual, entre otros signos hacían y propiciaban un ambiente piadoso y orante. Todo esto me hizo recordar el comienzo de mi adolescencia, cuando los sábados cerca del mediodía me sentaba en la puerta del templo esperando que el sacristán abriera el cancel y entonces entrar para que el silencio de la capilla del Santísimo y el olor a nardos que en ella habitaba corriera como cual rio que conduce a ese mar inmenso, así llevándome al encuentro con el maestro.


En este templo no había espacio para el turismo pues quien entraba en el no podía más que solo dejar que su rodilla se inclinara y saludara a su Dios. Así me vi movido a recorrer las cuentas di mi rosario  buscando comenzar mi oración y a la vez reflexionar sobre cinco grandes misterios, luego de esto agradecí la bendición de estar ahí, pedí por los peregrinos del lugar, por mi familia, amigos y por los sacerdotes vivos y difuntos. Fue en este momento cuando una de las personas que se encontraban en este lugar, cuyo nombre aún recuerdo, se acerco a mí preguntándome que si era sacerdote. A diferencia de otros tantos religiosos, sacerdotes, entre otros que desfilan por las calles de esta antiquísima ciudad yo no portaba ningún distintivo que me hablara de mi estado clerical, sin embargo la persona que me lo dijo, lo había deducido sin saber yo como; pero el hecho es que comenzó a decirme que no tenía trabajo desde hace ya un par de meses. Algunas otras personas tienden a pedir dinero en las calles, pero esta buscaba trabajo. Al final de charlar unos dos o tres minutos, me solicitó la bendición, después de este sacramental, me pidió que hiciera oración por ella.

Hoy que reflexiono sobre este acontecimiento y no dejo de meditar sobre las tantas veces que nosotros solicitamos a algún amigo o comunidad que haga oración por nosotros o, también que a nosotros nos piden que les ayudemos con esta tarea, como fue mi caso ya mencionado arriba. La mayoría de las veces decimos que si haremos la oración, que pediremos a Dios la ayuda para tener el coraje y resolver aquel problema, para que envíe el consuelo sobre alguien o simplemente para saber con claridad que decisión se va a tomar, entre otras tantas. Esto me ha llevado a preguntarme ¿Qué hay en la oración de intercesión, puesto que es muy solicitada? ¿Realmente Dios necesita que le pidamos las cosas que otro no le pide?

A menudo escucho la siguiente expresión “Rece por mi usted que está más cerquita de Dios” y esta proviene en la mayoría de los casos de personas que están pasando por alguna dificultad; también mi señora madre en algunas ocasiones me ha dicho que ore por alguna persona en particular que pasa por alguna enfermedad o apuro; debo decir que jamás me niego a ninguno de estos favores que me solicita mi madre, pues como puedo hacerlo cuando he visto que tardes y noches recorre las cuentas de su rosario siempre intercediendo y pidiendo por su esposo y sus hijos.

Sin embargo, la clave de la oración de intercesión no es el ejemplo de mi madre, que de sí mismo es valiosísimo, sino que el verdadero fundamento de esta oración se encuentra en Dios mismo. Jesucristo hizo oración por sus discípulos como lo podemos encontrar en el capítulo diecisiete del evangelio de Juan, también en la expresión perdónalos porque no saben lo que hacen, como en el dicho “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, cuando le habían llevado a la mujer sorprendida en adulterio, en fin. Las acciones y oraciones de Jesús nos hablan de intercesión, pero la que es más clara es precisamente la crucifixión por nuestra salvación. Es aquí donde encontramos el máximo fundamento de hacer oración de intercesión por nuestro prójimo. Cuando platicamos con nuestro Padre Dios y le pedimos por alguien, debemos estar seguros que él nos escuchará y hará no lo que le pedimos sino lo que más convenga a aquel por quien hemos orado, pues el Padre Bueno siempre verá en esta oración a la persona de su Hijo unigénito que le solicita la protección para su pueblo. En otras palabras, cada vez que hacemos intercesión por alguien estamos haciendo las veces de Cristo que ora e intercede ante el Padre por nosotros. Más aún sabemos que Dios no necesita que le pidamos protección para su pueblo, pues camina entre nosotros y día a día nos sostiene, en el amor, nuestra existencia; sin embargo cada vez que nosotros lo hacemos avanzamos en nuestra configuración con Cristo.

Por lo anterior la oración de intercesión es y será siempre un acto de Amor, de Fe y un rasgo palpable de nuestro ser cristiano.

martes, 30 de octubre de 2012

"Viviendo la Fe"


En los últimos días he podido experimentar de diversas maneras la gracia de estar entre tantos hermanos que profesan la Fe en Jesucristo; pues como bien sabemos el Santo Padre a inaugurado el Año de la Fe, que sin duda alguna traerá un tiempo de gracia para todos los que profesamos la misma. En las librerías he observado cantidad de libros que en sus títulos nos participan sus contenidos sobre esta virtud. En las homilías nuestros pastores no cesan de tocar el punto que durante este año, universalmente, celebramos; así también podemos ver mantas, carteles, anuncios, etc. que como la nube gris que anuncia la lluvia del cielo, estos también nos anuncian la bendición que nuestro buen Dios mandará a su pueblo. Pero aun con esto, me ha surgido la pregunta ¿Qué es la Fe? ¿Cómo se tiene que vivir este año de la Fe?



Al nacerme la primera cuestión ¿Qué es la Fe?, vienen a mi memoria tantos temas que en la catequesis infantil, en los grupos juveniles y demás momentos eclesiales a lo largo de mi consiente pertenecer en la Iglesia he escuchado de tantas personas. Algunos sin más han respondido solamente que la fe es creer en algo que no podemos ver, otros con un poco mas de formación han dicho que es creer en Dios, que es abandonarse en Él, que es hacer su voluntad, algunos más profundos dicen que es una forma de conocer; en fin, creo que todos tienen razón desde la perspectiva en que se encuentran y desde la formación que los ha precedido. Así que en el esfuerzo por encontrar como vivir este Año de la Fe, he bebido de algunas fuentes que me ayuden a definir y entender lo que ‘creo’ aspiraremos ‘vivir’.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos expone que “La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre (CEC 162). Todos nacemos con la capacidad de buscar a Dios, que es la fuente que sostiene nuestra existencia, y con la Fe podemos dejarle de manifiesto lo que nos acontece, aqueja o alegra, pues este gran Don de la Fe nos ayuda a responderle al Aquel por quien existimos. Pero cabe resaltar que el Catecismo nos lanza la palabra Don, en otras palabras 'regalo', y a todo regalo siempre tenemos la encrucijada de decidirnos aceptarlo o no. Ahora me doy cuenta que por tal decisión tantos hombres han decidido caminar sin Dios (fuente de la vida), sin FE en Él (sin el regalo) con la que podemos beber hasta saciarnos del que es la Suma Felicidad. Caminar sin Fe es caminar sin sentido, sin rumbo, es alejarse del encuentro con la vida. Pero aun con esto, como he dicho arriba, en nosotros esta la decisión de aceptar el Don de la Fe o rechazarlo. Ahora bien aceptar este gran Don es aceptar al mismo Dios que nos lo entrega; es adéntranos a la vida plena como dice el mismo San Pablo “El justo vivirá por la fe” (Rm 1, 17). Es aquí cuando podemos hacernos la segunda pregunta que nos podrá servir para encontrar algunas herramientas que nos permitan caminar con sentido en este “Año de la Fe”. ¿Cómo se tiene que vivir este Año de la Fe?

En la Iglesia Universal y en la Local que se concretiza en parroquias, grupos, movimientos, asociaciones, apostolados, entre otros, se nos ha propuesto releer y reflexionar los, siempre ricos, documentos del Concilio Ecuménico Vaticano II, que lamentablemente aun es desconocido para muchos; también el Catecismo de la Iglesia Católica y, con estos han surgido una cantidad de excelentes meditaciones, charlas, reflexiones que nos ayudan a acercarnos a ellos. No obstante la cuestión, aun después de haberla reflexionado, me sigue siendo difícil, no porque estas no sean claras o precisas (de hecho los son), sino porque en el trabajo del hombre concreto, en la cotidianeidad de los días y de los tiempos en que el laico va de la casa al trabajo, en la necesaria y excelente labor del ama de casa, entre el metro y el autobús del estudiante y, entre la siempre visitada y comentada pagina de la red social; es necesario ubicarnos en lo concreto de cada vida y en este terreno no se puede llegar desde lo general, sino que la persona misma en lo particular deberá crear su proyecto de cómo ha de vivir el Año de la Fe.

Ahora bien con esto podemos encontrar pistas desde algunas fuentes. En un primer momento creo que para vivir el Año de la Fe solo podemos hacerlo ‘viviendo la Fe’ y con esto tendremos vida, como ya lo hemos recogido de Rm 1,17. Más aún encontramos también, algo ya más concreto, de cómo vivir la Fe; esto es en Gálatas cuando el apóstol  remarca la vivencia de la Fe a través de la Ley del amor, “la fe obra por medio del amor(Gal 5,6). Este segundo momento donde la Fe ya se nos presenta como una forma de vida, siempre en el amor donde realmente actúa, nos mete de lleno en la reflexión personal ¿De qué manera manifiesto el amor? O todavía en una forma más clara ¿Cuáles son las formas en las que soy otro Cristo, que ama profundamente, para mis hermanos? Podrán venir a nuestra mente momentos heroicos en los que ayudamos a alguien, en los que dimos alguna suma dinero para alguna ‘obra de caridad’, entre otras tantas; sin embargo delante a todas estas ¿En cuántas realmente nos hemos visto como otro Cristo? o, ¿cuál de estas somos realmente consientes de actuamos con una Fe viva? Solo el hombre que está atento a su obrar podrá darse cuenta en qué momento está actuando como buen samaritano, es decir como otro Cristo, sin hipocresía y sin esperar nada a cambio.

Las manifestaciones de Fe, o también podemos llamarlas obras de caridad, son acciones del verdadero discípulo de Cristo; pues “el discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla(CEC 1816). Por tal motivo es necesaria una revisión constante de manera que nuestro obrar corresponda a la Fe que confesamos y profesamos. Sabemos ya que la medida de la Fe es el Amor. Ante esto, recuerdo en algunos ejercicios predicados por Mons. Lizares que sugería el hacer EXAMEN DE CONCIENCIA al medio día para revisar el camino recorrido y corregirlo si a caso lo habíamos torcido. ¡Si tan solo revisarnos nuestra conciencia con esta práctica la mitad de veces que entramos a revisar nuestra red social! Revisar el camino nos lleva a examinar nuestra vivencia de la fe traducida en amor. Si la pregunta es ¿Cómo se tiene que vivir este Año de la Fe? Y la respuesta rápida es ‘Viviendo la Fe’, creo que el Examen de Conciencia diario es una acción concreta y correcta para responder de la mejor manera a nuestra vivencia de la Fe, pues “nuestra vida moral tiene su fuente en la fe en Dios que nos revela su amor(CEC 2807); y nuestro diario caminar debe ser reflejo de este amor.Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios(CEC 1814).

Además del Examen de conciencia, hay otras tantas expresiones concretas de la Fe como lo es la Santa Misa, en especial la dominical. Me colma de gozo ver familias enteras que tiene por devoción y piedad asistir a una determinada Misa, pues siempre la Eucaristía seguirá siendo la fiesta del encuentro y del hallazgo, la máxima expresión de la Fe en torno al Misterio eucarístico-pascual. Más aun debemos de reconocer que aun cuando nos llena de contento el asistir a la Santa Misa, en ocasiones desconocemos totalmente los ritos, los gestos y signos en ella realizados y, cuando los conocemos muchas veces no estamos del todo dispuestos a participar consiente y activamente en todos. Así llegamos a otra de tantas acciones concretas que podemos realizar para vivir nuestra Fe en este año. Si nos dedicamos a documentarnos, entender y vivir los diferentes signos y ritos de la Misa creo que estaremos avanzando en este Año de la Fe.

Si somos consientes que la fe es un don gratuito que Dios hace al hombre y que solo el justo vivirá por la fe, pues la fe obra por medio del amor, entonces nuestras acciones serán siempre consientes de que estarán guiadas por el Amor. Solo así podremos caminar viviendo la fe.
 

martes, 9 de octubre de 2012

“El camino a la cumbre”


Las veces que me he encontrado en la cima de la montaña, he experimentado esa sensación de confort, de relax, de emoción, de satisfacción; el contemplar el horizonte por debajo de mi, esto crea un sentimiento de encuentro conmigo mismo, pues los rumores se escasean dejando paso a la voz de mi propia conciencia que me interpela y que se regocija por el mismo encuentro; pero también, estar en la cima crea una especie de seguridad y un ligero olvido del camino.

En la simbología bíblica el monte es señal de encuentro con Dios, este lugar es donde se llama a para una tarea específica, es donde se toman las grandes decisiones, es donde se transfigura Jesús, pero es también en donde él muere. San Lucas en el capítulo 9 describe la decisión de Jesús por subir a Jerusalén, tal vez poco entendida por sus discípulos; el gesto que describe Lucas para representar la firme determinación de encaminarse a Jerusalén, donde mueren los profetas, es plasmado como endurecer el rostro.

Solo desde esta acción del Señor podemos darnos cuenta que llegar a la cumbre siempre lleva consigo el dolor, el abandono, la incomprensión, en una palabra “la cruz”. El Jesucristo glorioso no podía ser glorioso si no hubiera experimentado el camino. Al igual todos los que en alguna ocasión hemos alcanzado alguna cumbre (terminar la escuela, algún proyecto, alcanzar algún puesto en el trabajo, llegar a la meta en una carrera, etc.); por más pequeña que esta sea, siempre hemos tenido que experimentar esa decisión y ese camino para llegar a ella. Sin embargo aun con lo anterior, el hombre, una vez que se encuentra en la cumbre de la montaña y que ha adquirido otra visión de la realidad, suele olvidarse, a cierto tiempo, del trabajo que le costó poderse encontrar en la posición de la que ahora goza, y con esto finalmente termina por también olvidarse el camino.

Hay que recordar que después de la venida del Espíritu Santo el día de pentecostés los apóstoles no tardaron en seguir el camino del Señor Jesús, comenzando por la predicación, los gestos, la caridad y finalmente convirtiéndose en testigos de él con el martirio. Solo hay un camino y este es el mismo Jesús, según el mismo nos lo ha dicho “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Es aquí cuando nos queda claro que el camino no es un mero encumbramiento donde solo habita el ego, sino que el camino es el servir a los demás, el ser otro Cristo para el hermano como lo expresa el evangelio lucano: al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo… (10,33s) El samaritano que iba de camino se detuvo a encontrarse con el otro-prójimo sin importar la condición, esta es la acción cristiana, este es el camino y esta es la cumbre, estos los ojos de la fe que ven con claridad por donde se tiene que caminar. Solo con estos gestos y con esta visión una vez en la cumbre no se olvida el camino, sino que se hace vida. El camino a ser otro Cristo es vivir como él.

El mismo Cristo que lo expresa a sus discípulos al hablarles sobre la actitud hacia el hermano, “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo(Mt 25,40). Solo el portarse como verdadero Cristo para el otro, es lo que nos ayudara a llegar a la verdadera cumbre: la vida en Cristo. El camino de la Fe que celebraremos en este año, debe llevarnos a encumbrarnos en Cristo, dando razón de la Fe que profesamos y que esta Fe nos lleve a nuestros hermanos siendo Cristo para ellos.

viernes, 14 de septiembre de 2012

“Frente a Ella”


Apenas entré y me quede pasmado de la emoción, se engrandecieron mis ojos sobremanera, se inició un ligero temblor sobre mis piernas y fue entonces cuando caí de rodillas, mi corazón estaba fijo en el misterio; me sentí atrapado por su mirada. Al cabo de unos segundos me llego el pensamiento a mi mente, era una frase que se repetía una y otra vez como si no quisiera externarse para no perderla: ¡que hermosa es! Me decía a mí mismo. Las lágrimas que refrescaban mi rostro no fueron suficientes para enfriar la emoción de aquel momento.
 
Su tez morena en sus finísimos rasgos y su mirada cálida y amorosa hacia mí, me dejo cautivo. A menos de un metro de distancia de mi hacía ella, se despertaba una oleada de historia, de presencia, de fiesta y solemnidad que aprisionaba a cuantos le observaban. El temor me dejo sin movimiento y mi voluntad terminó por someterse a su presencia. Jamás había presenciado la cercanía de una mujer tan bella como ella. Una mujer que con su sola presencia puso en comunión a cuantos le miraban y que con sus palabras nos manifestaba la seguridad y la confianza de caminar en la libertad. Así es nuestra Reina, así es nuestra Madre.
 
Su mensaje no tiene dobles intenciones, no esconde nada, tampoco manifestaba su poderío porque el mensaje solo nos refiere al que de verdad es el Autor. Hoy viendo en nuestra patria a algunos de nuestros hermanos que buscan el poder, solo veo eso: las ansias de poder; desde el que se autoproclamo, hasta el que camino en la oscuridad. Solo promueven su propia persona, su beneficio, jugando con la conciencia de la gente y haciéndole olvidar su historia, creando falsas patrias. Pero nuestra Madre camina en la comunión, dobla su rodilla indicando que no es ella, ni nosotros sino Él, por quien vivimos; ¡Oh que gran humildad!
 
Ya casi quinientos años de caminar con nosotros y, de reunirnos en la comunión entre nosotros mismos y para con su Hijo. Siembre con su mirada maternal y el cálido cobijo de su manto. Sin importar si somos ricos o pobres, blancos o negros. Así es nuestra madre, así hizo patria nuestra nación, sin fraccionarla, sin partirla, sin corromperla, sin jugar con la conciencia y el juicio nuestro. Ella es nuestra verdadera Madre Patria, la que nos une, la que sale a nuestro encuentro, dejándonos al que es Libertad, el Camino, la Verdad y el Amor.
 
Ese 21 de Agosto pude entrar al camerino donde se resguarda noche tras noche la imagen preciosa plasmada en la tilma de aquel indio que en su libertad busco hacer lo correcto. Con tan solo 4 minutos que pude estar frente a frente con mi madre, sentí inmediatamente que sabía antes de que yo se lo dijera, como varadera madre que es, todo lo que me preocupaba. Casi al final del último minuto escuche el susurro de mi pensamiento que me recordaba su palabra: “No estoy yo aquí que soy tu Madre”.
 
Este 15 de septiembre, mi grito de Viva México, tendrá una connotación de confianza en que la comunión de los mexicanos es posible. El Viva México será un verdadero grito de humildad al negarme a escuchar falsas ideas disfrazadas de libertad y de democracia. El Viva México será un Viva nuestra Madre Patria la Virgen de Guadalupe en sus colores, en sus mensajes de amor y en su hijos mexicanos. ¡Viva!

martes, 17 de julio de 2012

“Mis palabras de martes”

La primera vez que subí una entrada a Palabras de Martes solo escogí de entre algunas memorias que ya había plasmado en los archivos de mi computadora. De esto, en un par de días más, será un año, durante este año puedo decir que he experimentado de todo y lo he hecho de muchas maneras; algunas veces el escrito viene justo cuando hay personas enfrente de mí, que me hacían preguntas y, por tanto, batallaba más para concentrarme, otras veces en la santa paz de la noche y otras en la ruidosa tarde de los martes.

Los lugares han influido en Palabras de Martes, algunas veces el escrito se ha hecho entre los cerros de Santiago, otras veces desde mi oficina incluso en alguna ocasión desde la antigua Guatemala. Los lugares suelen afectar en los escritos pues, las condiciones del lugar facilitan o dificultan la concentración para escribir. Los tiempos son importantes para escribir, así como los estados de ánimo. Hay ocasiones en el que me he sentido seco y que nada viene a mi mente, en ocasiones recurro a los evangelios, o a las memorias ya escritas pero es tanta la sequedad que no me atrevo ni siquiera a subir la entrada.

Debo decir que en los últimos meses he estado tentado a dejar de escribir; porque escribir no ha sido fácil. Aun cuando siempre ha habido personas que me motivan a seguir, algunos que me han hecho correcciones a mis lienzos y otros tantos que simplemente me otorgan su silencio; nuevamente lo vuelvo hacer; pues aunque sé que no soy bueno en esto y que mi pluma debe afinar su punto y el tintero recargarse con tinta más pulcra, siempre me es grato plasmar lo que siento, lo que pienso, lo que soy, lo que admiro, lo que vivo.

En cierta parte siento un innegable espíritu de paternidad, de energía creadora en cada escrito que elaboro. Cuando me preguntan cómo he escrito ciertos artículos, nunca sé que contestar; como decir que entran en juego la nostalgia, la imaginación, el gozo, la emoción, el conocimiento, el recuerdo, entre otros tantos sentimientos; estos solo giran en mi cabeza y hasta que no son plasmados tengo la certeza de que me he afianzado en mí mismo. Pues han creado para mí una vez más el ejercicio de la recreación… Sí, escribo más para mí que para que otro me lea.

Muchos me han sugerido algunos temas, que aun traigo en mis pensamientos pero que la documentación y la reflexión no han sido buenas y no me atrevo a plasmarlas. A todos ellos solo puedo decirles que se animen a dejar que sus dedos expresen en lápiz y papel lo que su espíritu con inquietud persigue.

Durante este camino recorrido, me motivan otras plumas contemporáneas que también buscan pincelar lo que su espíritu les dicte, en concreto Rodo, Nacho, Demian, con sus diferentes entradas. Escritores, novelistas, ensayistas, pastores han sido motivación y escuela para seguir dejando que el mi espíritu corra libre.

Palabras de Martes es el lugar donde puedo dejar que fluyan, muchas veces con temor, ciertas ideas, reflexiones, vivencias, cotidianeidades, etc. Ojala que las cosas pasadas siempre me ayuden a poder ver hacia adelante para caminar en mi presente.

martes, 10 de julio de 2012

“Celos dije, No es Amor”

Comúnmente se denomina CELOS a la sospecha o inquietud ante la posibilidad de que la persona amada nos reste atención en favor de otra. También se conoce así, al sentimiento de envidia hacia el éxito o posesión de otra persona.



Tal vez en más de una ocasión hemos podido observar personas que están en conflicto consigo mismo o con alguien por la cuestión de los celos. Regularmente el que experimenta este sentimiento, se ve envuelto en dudas, corajes, decepciones, desilusiones, malentendidos, tristeza y en ocasiones hasta ‘odio hacia alguien o algo que se ama’ además de infelicidad. La mayoría de las personas que consulté antes de escribir este brevísimo articulillo, al preguntarles sobre qué eran los celos, me hacían referencia a las parejas de novios o esposos en su libertad para manifestar el cariño hacia las otras personas. Pero solo muy poca gente me hacía referencia a otras manifestaciones de este sentimiento. Así que intentaré citar algunos de las expresiones en las que se refleja la existencia de los celos: Existen celos laborales, celos entre amistades, celos de esposos, celos entre hermanos, entre otros tantos más.



Es muy común ver como los celos causan en la persona una especie de frustración y de inseguridad, pues en la mayor parte de los casos, la persona celosa siente posesión de la amistad y el dialogo con otra y, cuando esta segunda entra en relación con una tercera, la persona celosa se siente amenazada y, engendra para sí sentimientos de tristeza y frustración al erróneamente sentirse ella misma ignorada por la segunda. Así tenemos algunos casos:



-          La mamá que siente celos de su nuera porque su hijo ha dicho algún elogió a la comida de su esposa.

-          El niño que siente celos de su hermanito recién nacido porque sus papás le ponen más atención al pequeño que a él.

-          El empleado que tiene muchos años en la empresa, que ve con desagrado que premien a uno que tiene menos tiempo laborando y mientras que él no.

-          La esposa que está celosa de su suegra porque el esposo de la primera le presta atención a su madre.

-          El amigo o amiga que siente celos porque su mejor amigo(a) ha iniciado un proceso de noviazgo o de amistad con alguien.



También debo decir que he descubierto personas que cuando se les platica sobre otras personas situándolos como  mejores amigos o con un amor preferencial, aquellos con quienes se platica, en ocasiones no son tan maduros para aceptar que una persona puede tener mayor amistad o amor con otros que con el que se está platicando, o en el peor de los casos se molesta porque él no es el único que goza de la amistad, y se causa así mismo el resentimiento y su propia exclusión.



En la misma Sagrada Escritura se nos narra cómo Caín mata Abel al sentir celos, pues el Señor había mirado con agrado la ofrenda de Abel. “Y Caín se mostró muy resentido” –dice la Escritura. ¿Qué tan grave es tener celos puesto que Caín es movido por ellos a matar a su propio hermano? Regularmente el hombre que tiene celos esta inhibido de su libertad de amar y más aún busca apresar e inhibir a los demás en su relación con otros.



También hay que decir que existen personas que les gusta ser celadas por otras, pues solo así se sienten amadas e importantes; pero cabe resaltar que también estas han perdido su libertad pues son esclavas de la muestra cariño que otro pueda manifestarles y, al no obtenerla suelen deprimirse y aislarse.



Es por ello que creo que solo la libertad de dar y recibir afecto, aunado al saber reconocer en el otro el logro y en los otros la libertad y las amistades hace de los hombres y las mujeres tener la capacidad de vivir las amistad y el amor profundo.



Por último, los celos enfermizos jamás serán una clara manifestación del amor hacia algo o hacia alguien, sino un claro factor de inmadurez en la relación afectiva y un verdadero auto-rechazo y auto-marginación.

martes, 29 de mayo de 2012

“Siempre es Pentecostés”



Accende lumen sensibus, Infunde amorem cordibus, Infirma nostri corporis, Virtute firmans perpeti.

(Enciende con tu luz nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones y con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra frágil carne.)

Solo vagos recuerdos tengo de la fiesta de Pentecostés, de cuando era niño y servía en mi parroquia, lo mejor que pudiera hacerlo, como monaguillo. Haciendo un gran esfuerzo por abrir el baúl de los recuerdos, me viene a la memoria el color rojo con el que revestíamos el altar, el ambón, algunas partes del Templo parroquial, las mismas vestiduras del alto sacerdote que surgía impresionante para celebrar el acto sublime de la Eucaristía, las lenguas de fuego que algunos jóvenes hacían con cartón y pintura para engalanar el recinto, algunos cantos con los que invocábamos al Santo Espíritu; en fin. Todo se disponía para dar paso a la vigilia y renovar nuestro compromiso con Dios Espíritu Santo.


Aunque son escasas las memorias de la infancia que hacen alusión al encuentro que he tenido con el Dador de Vida, también he de decir que aún más atrás vino el primer encuentro con Él. Fue el 15 de Agosto de 1982 cuando mis padres me acercaban hacia la fuente de la vida eterna para recibir las aguas bautismales y así dejar que el Espíritu Divino se posara sobre la fragilidad este humilde siervo (entonces niño), en esa mismo día mis padres también me acercarían ante el delegado del Obispo (Mons. Aureliano Tapia; que Dios le conceda su santo reino) para recibir el Don de la Confirmación. Y esa misma fecha pero de 2009 bajo la imposición de manos de mi entonces obispo, Francisco Card. Robles, recibiera la efusión del Espíritu Santo para consagrarme al santo servicio del Ministerio Sacerdotal. Este último sacramento me ha llevado a poder actualizar constantemente la Confirmación.


Ahora bien como cada año, las parroquias suelen terminar las fiestas de pascua con la vigila de pentecostés, sin embargo este día es cuando, a mi juicio, renovamos nuestro compromiso misionero; pues el día en que los apóstoles reunidos en oración recibieron el Santo Espíritu, salieron a profetizar poniendo en práctica cuantos dones el Señor les había otorgado; así como ellos nosotros también en la confirmación recibimos los siete sagrados dones del Santo Espíritu, según reza el obispo en la Oración sobre los confirmandos: “Espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de concejo y de fortaleza, espíritu de ciencia, de piedad y de tu santo temor”; dones que nos capacitan para ejercer la misión que el Señor nos ha encomendado.


Podemos decir que Pentecostés no solo es un día de Fiesta sino que siempre ha de ser Pentecostés; pues, vivir la Confirmación es vivir siempre en pentecostés con sus multiformes dones. Estos mismos nos llevan hacia la Caridad fraterna como lo expresaba el padre Rodo, en su interpretación sobre el don de lenguas. “El Espíritu habla en lenguas… pero no con palabras extrañas (aunque podría ser) sino con las palabras de las obras… sus lenguas son tus obras, como sabiamente han dicho los antiguos: la vida de los santos son el mejor comentario a la Biblia. Tu vida es el verdadero modo en el que puede hablar el Espíritu…” (http://rodolfoantonio.blogspot.mx/2011/06/el-don-de-lenguas.html).


El pasado domingo de pentecostés al escuchar las alabanzas y oraciones del pueblo santo de Dios, pude sentir la presencia del Espíritu que me decía: estos son los hombres que buscan a Dios. Fue entonces como una serie de imágenes pasaban sobre mi mente, como si se ojera un álbum fotográfico, recorriendo cada instante en que había disfrutado la presencia del Espíritu.


Hoy soy consciente de que si realmente queremos que nuestra vida se llene de vida debemos de dejar que ese torrente de agua pase por nosotros saneando todo a su paso, de manera que renovados en el espíritu tengamos vida nueva; renovando nuestra confirmación también nosotros seamos fuente de vida por donde pase el espíritu para vivificar toda nuestra sociedad, nuestras amistades, ambientes sociales. Esa es nuestra misión.


No vivamos pentecostés solo como una fiesta sino que vivámoslo como un estilo de vida, pues el Espíritu siempre esta pronto. Siempre demos testimonio, siempre vivamos la caridad, siempre seamos testigos puesto que “siempre es pentecostés”.

martes, 8 de mayo de 2012

“Temores y Esperanzas”


En 1998 ingresé al Seminario de Monterrey y comencé mis estudios de formación sacerdotal en él para algún día poder servir al Pueblo Santo de Dios de esta manera, si así fuera la santa voluntad de Dios. Los sentimientos estaban a flor de piel, puedo decir que vivía apasionadamente cada paso que daba. No recuerdo muy bien si fue en el Preseminario o ya dentro del mismo cuando hice por primera vez conscientemente esta dinámica de externar y plasmar sobre el papel los ‘temores y esperanzas’ que hacían guerra en mi cabeza. Por una parte quería estar dentro del Seminario pero me aterraba el saber que la exigencia de formación académica, espiritual, comunitaria y apostólica, desconocidas por mí en ese ambiente me superarían o simplemente me indicarían que tal vez, como decimos coloquialmente, “No daría el Kilo”, que gran temor experimentaba. Por otra parte Anhelaba el poder llegar al  momento en que sería nombrado pastor “sacerdote para siempre” y tal vez laborar con todo mi ser para la viña del Señor. Cada vez que pensaba en que algún día el Señor me confirmaría su llamado y mi respuesta con la ordenación mi Esperanza se acrecentaba, trasmitiéndome así nuevas fuerzas para seguir caminando.


En fin durante mi formación siempre hubo temores y esperanzas, que fueron marcando mi caminar. Otro gran temor fue cuando discernía sobre si solicitaba la ordenación sacerdotal o no. Mi temor, descubría Yo, no era en cuanto si mi camino y vocación era el sacerdocio o no, sino que temía el no poder con este estilo de vida y tal vez ser alguien mediocre que pasaría mis días como aquellos matrimonios que ni se aman, ni se odian simplemente se han acostumbrado a vivir en la monotonía de su indiferencia. Que Temor tan grande, mismo que hacía que mis ojos derramaran unas cuantas lágrimas. Sin embargo en el proceso de discernimiento me encontré con que mi esperanza era aún mayor, y no solo eso sino que me daba la valentía para emprender este gran camino que me ha hecho tan feliz.
 

Los Temores que nos asaltan en pequeñas o grandes decisiones regularmente nos llevan al desánimo y a la violencia interna pero gracias a estos crecemos al poner nuestra confianza, nuestro trabajo y nuestra vida en el bien que se espera. A menudo el Temor surge amenazante a nuestro camino trazado por nosotros mismos, por ello hemos siempre de voltear a ver nuestras esperanzas pues en la Esperanza radica el previo regocijo y la seguridad de que nuestros pasos hacia la meta son seguros.

En el huerto Jesús oraba al Padre y el temor sobrevino, sin embargo la Esperanza que había en realizar y confiar en la Obra que el Padre había trazado lo llevaron a consumar la gran obra de la Salvación. Los discípulos en la barca se atemorizaban al ver que el mar se encrespaba (hundiéndose así en su propio temor), sin embargo tenían la firme esperanza en que Jesús los salvaría y fueron a donde él, para alcanzar la salvación y proceder con su camino. Los mártires macabeos eran atemorizados por el Rey Antioco y sus verdugos que los iban matando a uno por uno, sin embargo ellos murieron con la firme esperanza en la resurrección.

Nosotros nos encontramos en un tiempo en el que nos vemos amenazado por la violencia que atemoriza tanto a niños como a adultos, sin embargo nuestra esperanza ha de radicar no en la persona que llegue a la silla de gobierno sino en nuestra respuesta al mandato divino “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Temores y esperanzas hacen en nuestra libertad un combate cotidiano, pero solo la voluntad es capaz de hacer que el temor siempre sea vencido por la esperanza; es aquí cuando nuestras acciones se ven enriquecidas y nuestra cruz se hace llevadera y ligera en el camino cotidiano.

¡No tengamos miedo… en Dios pongamos nuestra esperanza!

lunes, 9 de abril de 2012

"Testigos de la Resurrección"

Esta Semana Mayor que hemos celebrado, ha estado cargada de signos y de emociones. Los feligreses de la comunidad donde realizo el ministerio que el Señor me ha conferido se prepararon con tiempo para la Gran Fiesta de la Pascua. Algunos buscaban tener las palmas listas para la entrada triunfal de Nuestro Señor y así dar inicio a la semana más importante para los cristianos; otros metidos entre los vestuarios, los diálogos y personajes intentaban recrear la escena de manera que el pueblo pudiera palpar y recordar el sacrificio de la cruz y el amor desmedido del Redentor por aquellos que el Padre le había encomendado hasta el punto de la entrega de su propia vida; mientras que algunos habían estudiado con tiempo los ritos, los gestos, los movimientos para hacer del día sagrado de la Vigilia Pascual una verdadera orquesta que pudiera transportar entre sentimientos y ritos hasta llegar al compromiso de asumir la vida en plenitud que el mismo Cristo nos ha otorgado.



Eran la 18:00 horas y el viento no dejaba de soplar, las nubes oscurecían cada vez más el cielo como intentando vencer el día, algunos viendo el viento en contra a lo ya esperado y preparado durante tanto tiempo pensaban en transferir la celebración a otro lugar, aparecían sin más rostros de preocupación; Yo mismo, en repetidas ocasiones dirigí la mirada hacia lo alto del cielo esperando ver un claro de luz que me dijera que el día aun luchaba por no dar paso a las densas nubes que oscurecían nuestro ánimo. Sin embargo había algunos que desde una hora antes esperaban sentados frente al templete que donde realizaríamos más tarde el acto sublime de la eucaristía, el verlos esperando la Resurrección me llenaba de esperanza y confianza. Entonces en conceso se tomó la decisión de apostarle al día sin ocaso y, celebrar la Fe, a pesar que algunas gotas de agua golpeaban nuestros rostros como tratando reafirmar la fuerza de la noche. Dieron por fin las 20:00 horas y la celebración comenzó con la consagración del alto cirio pascual que era encendido con el fuego nuevo. La Columna de Fuego como canta el Pregón, surgía imponente con el Cristo Resucitado y Victorioso. Las palabras de Cristo Luz del mundo daban esperanza a pesar de viento que intentaba apagar la victoria del fuego. Al termino del Pregón Pascual pude darme cuenta que Cristo ascendía victorioso del abismo.



El septenario de lecturas y salmos que la liturgia de la Palabra regalaba relataban la Pascua Judía y la asistencia siempre puntual de Nuestro Señor; fundiéndose así con la victoria de la Luz sobre la oscuridad de la Noche, al mismo tiempo que la victoria y triunfo de todos aquellos que siguieron al Señor por el Camino Cuaresmal. La libertad estaba decretada. Fue entonces cuando todos estallamos en un jubiloso Canto de Gloria que nuestras gargantas no cesaban de entonar pues la alegría era completa. “Que asombroso beneficio de su amor por nosotros, que incomparable ternura caridad, para rescatar al esclavo (Dios Padre) entregó a su Hijo”. Enchinándoseme la Piel mientras emocionado me revestía con las ropas para la Fiesta intentando representar a todos los que nos habíamos reunidos para el Triunfo del Señor, di gracias por haber llegado hasta ese momento. Vi en los rostros de la gente, que horas atrás se encontraban preocupados, ahora llenos de alegría, como si hubieran olvidado la batalla, pues eran conscientes que la victoria había llegado y ahora se había establecido la soberanía y el reinado de nuestro Dios.



Todos los presentes refrendamos nuestra fidelidad al Señor renovando nuestro compromiso Bautismal, orgullosos de ser su hijos. Renunciamos a las obras de las tinieblas para ahora caminar en a la luz de Cristo. La Consagración Eucarística memorial de la muerte y resurrección del Señor nos llenó de Fe y entrega a Él, al grado de buscar la comunión sacramental con el fin de que esta nos llevara a la comunión fraternal. Éramos una asamblea fundida en el misterio que se celebraba. Cuando esta llegó a su fin con el “Demos gracias a Dios”, la noche soltó las últimas gotas de las nueves que ya se retiraban así que estas se convertían en golpes al aire, pues la batalla ya había finalizado el Día sin Ocaso había llegado. Cristo había triunfado. Los que experimentamos esto somos testigos de la Victoria, Testigos de la Resurrección.

jueves, 29 de marzo de 2012

Mensajero de Esperanza

El pasado fin de semana, me dirigí con unos amigos hacia León Guanajuato, con el fin de escuchar al Santo Padre Benedicto XVI, en su vista pastoral a nuestra nación mexicana. Tomamos carretera muy temprano para poder llegar hacia el mediodía a León. Durante el camino platicamos de muchas cosas, del mismo Santo Padre, de salidas a carretera, de viajes, de experiencias, entre otras tantas, con el fin de hacer más ameno el trayecto.  Sabiendo que sería muy complicado estar en todos los momentos en los que el Santo Padre dijera algún mensaje, buscamos estar en primer lugar en la Misa que presidiera en el parque bicentenario.



El Domingo 25 de marzo, nos dirigimos ceca de las 5:00am hacia el lugar conocido como ‘Puerto Interior’ donde abordaríamos el transporte que nos conduciría hacia el parque; al llegar nos encontramos con una larga fila para abordar los autobuses, hicimos fila alrededor de dos horas y media aproximadamente, y al fin abordamos el autobús; pasando unos cuarenta minutos de trayecto descendimos de este, para avanzar por una calle con acenso de un par de kilómetros. Durante este la multitud era incontable tres o cuatro carriles vehiculares de lado a lado llenos de feligreses que al igual que nosotros buscaban un sitio de donde poder celebrar la Santa Misa que el Papa presidiera.



Meses antes había tramitado el boleto y el permiso para concelebra junto con los demás sacerdotes cerca del Santo Padre; el boleto me llegó tres días antes del evento, sin embargo la multitud que al igual que yo avanzaba por los andenes a las afueras del parque no me permitió avanzar más. Entre los esfuerzos que hacía por llegar al lugar donde debería de estar fue el de mostrar mi boleto junto con la credencial que la Arquidiócesis de Monterrey me había proporcionado para el acceso a la concelebración, sin embargo aun con la amabilidad de los voluntarios que se había preparado para la organización de este evento con meses de anticipación, mismos que intentaban indicarme por donde habría de caminar no logre llegar al sitio que me aguardaba. Cuando uno de la seguridad del estado mayor me  dijo que ya no podía avanzar más porque ya estaba dada la orden de que no se diera paso a nadie, decidí concelebrar con la feligresía que me había abierto el espacio (conocido como corral) donde se encontraban ellos, creo que era la sección E7. Los corrales eran una especie de espacios delimitados por cables que contenían a un gran número de gente con el fin de ayudarles mediante pantallas sonido y visibilidad directa al lugar donde el Papa presidiera la Misa, cabe decir que estos lugares tenían atención médica, baños, voluntarios para cualquier cosa que se necesitara.



Por un momento me vino el desánimo al saber que había recorrido ya muchas horas de camino y esfuerzo para no poder llegar a la concelebración, pero en un intento por disipar el pesimismo comencé a sacar de la mochila: el alba, el cíngulo y la estola; comencé hacer oración al revestirme, me colgué al cuello la cámara fotográfica sabiendo que las tomas que hiciera serían muy lejanas. Cuando termine de prepárame para la celebración escuché un ahí viene dirigí la mirada hacia el lugar de la calle y pude ver que de una esquina salían corriendo unos hombres vestidos de negro y que el lugar por donde pasaban la gente se apiñaba y coreaba algunas frases como ¡Benedicto, Benedicto! ¡Benedicto México te ama! Luego pude ver que le papamóvil daba vuelta en la esquina y pasaría a uno dos metros de donde yo estaba. Comencé a orar por aquellos que me habían pedido oración al mismo tiempo aliste la cámara, se acercaba cada vez más me entro una emoción de esas que enchinan la piel y me dije es el Vicario de Cristo. Paso y me entro una paz entre todo el murmullo de la gente que me rodeaba. Me dije también valió la pena.

Pero ahí no quedo la cosa, sino que después de esto la gente que estaba a mí alrededor comenzó a acercarse conmigo para pedirme que si les podía confesar, en fin confesé como unas veinticinco personas. Luego comenzó la celebración y en automático acrecenté la atención para poder estar atento, pues para eso había ido y esperado tantas horas de pie para escuchar al Papa. Tengo que decir que aunque me emocionó ver al Santo Padre mi objetivo no era verlo sino escucharlo de viva voz. Su predicación me pareció excelente sobre todo cuando dijo: “Pues bien, en este monumento se representa a Cristo Rey. Pero las coronas que le acompañan, una de soberano y otra de espinas, indican que su realeza no es como muchos la entendieron y la entienden. Su reinado no consiste en el poder de sus ejércitos para someter a los demás por la fuerza o la violencia. Se funda en un poder más grande que gana los corazones: el amor de Dios que él ha traído al mundo con su sacrificio y la verdad de la que ha dado testimonio.” Pues mi pueblo mexicano hoy pasa por caminos muy tortuosos y muchos de mis hermanos han perdido la esperanza, sin embargo hemos de reconocer que nuestro Rey es Cristo. Y su reinado es de amor. Solo amando podríamos mejorar esta situación que tenemos, también hubo otra que frase que le escuché que aún resuena en mi corazón “Quedaba sólo confiar en la misericordia de Dios omnipotente y la esperanza de que él cambiara desde dentro, desde el corazón, una situación insoportable, oscura y sin futuro… abriéndose paso el recurso a la misericordia infinita del Señor, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (cf. Ez 33,11). Un corazón puro, un corazón nuevo, es el que se reconoce impotente por sí mismo, y se pone en manos de Dios para seguir esperando en sus promesas.” En fin escucharlo me dio paz.



Hoy me considero afortunado de haberlo visto pero más de haberlo escuchado. Regrese el lunes por la mañana a Monterrey con el gozo de haber celebrado la Fe en torno al lugar donde nuestros hermanos mártires dieron testimonio del Amor hasta la muerte; en torno donde una gran multitud de mexicanos manifestamos nuestra Fe en Cristo y en donde nuestro Papa nos alentó en la esperanza. Hoy sigo gozando lo que Dios me permitió vivir.

martes, 20 de marzo de 2012

“Compartiendo la Vida”

En cierta ocasión el pino más grande de aquel lugar soltó una semilla que voló por los aires durante mucho tiempo hasta que cayó en un valle donde había otros pinos. Los pinos que ahí moraban no le dieron importancia, sin embargo a la vuelta de un año aquella semilla se había convertido en un pequeño pinito, unos se asombraron de que hubiera podido nacer en aquel frió invierno. Algunos de los pinos solo decían –falta que pueda sobrevivir a la helada, no lo logrará-  y otros solamente lo ignoraban. Paso la helada y el pinito empezó a crecer y comenzó a aprender a vivir en aquella familia de pinos y, aunque eran distintos a él, hacía lo posible por comunicarse con ellos y vivir según sus costumbres.

Un cierto día llego la época invernal y todos los pinos empezaron a decorarse con piñones y sujetando nieve. El solo los observaba hasta que se atrevió a preguntar por qué lo hacían. Muchos le dieron diferentes respuestas. Aunque todos coincidían que era por tradición. Al día siguiente nuestro amigo trató de hacer lo mismo sin embargo el sólo daba bellotas; y todos los pinos se burlaban de él. Algunos le decían –si quieres más semillas yo te puedo dar-; otros solo pensaban, para que quiere tanta semilla si ni siquiera lucen bien y se caen fácilmente, aquí es muy difícil que crezcan, ya somos muchos.

Pasaron unos días y el pinto se llenó de una gran cantidad de semillas que con la ayuda del viento lanzo lejos de aquel lugar. Todos al ver el acontecimiento se echaron a reír, uno de ellos le dijo: - mira lo que pasó, ahora ni siquiera las semillas van a embellecerte. Te has quedado sin nada.- Pero el pinito al escucharlo le respondió: no amigo; no es así. Del lugar donde yo vengo no nos importa lo mucho que podamos arreglarnos; aunque es muy importante enseñar lo mejor de nosotros a los demás, creemos que hay más felicidad en lo que podamos dar; cuando yo llegué aquí yo también era una simple semilla, y llegué gracias a que mi padre me envió hacia este lugar y se lo agradezco porque aquí me enseñaron amar y a pertenecer a una familia, sin embargo también vine con una misión. Cual –preguntó el otro pino-. Muy sencillo, “el dar vida”; cuando llegue la semilla que yo arrojé a otra parte también nacerá en una nueva familia y, esta hará lo mismo, pero también hará una cosa que yo aprendí aquí. Es decir que cuando llegué el invierno también se decorará como nosotros –dijo el otro pino. Así es –contesto nuestro amigo- pues aunque yo se dar vida, aquí me enseñaron a mostrar lo mejor de mí a los demás, y siempre ser ejemplo para los demás.

El tiempo paso y al año siguiente los pinos volvieron a decorarse y adornarse para el invierno, sin embargo ahora también echaban muchas semillas para comunicar su forma de amar a otras partes.
“Mayor es la felicidad cuando compartimos nuestra propia vida”

"Hay mayor alegría en dar que en recibir" (Hch 20,35)