martes, 17 de noviembre de 2015

La Espiritualidad en la Familia


La familia siempre ha jugado un papel muy importante en la vida de las personas, pues es «la institución básica de la sociedad, la primera sociedad en la que se encuentra el ser humano»[1]. En la familia nos educamos, se aprenden valores, formas de ser; así como también la persona, en su familia, desarrolla desde sus inicios el diálogo y la familiaridad con Dios. Por lo que «es esencial la familia para la trasmisión y educación de la fe y de los valores más profundos del ser humano»[2].

Dado que en la familia no es solo aprendizaje académico o de algún oficio sino que conlleva también un intercambio de valores, afectos y espiritualidad, se presenta a nosotros como la gran educadora en la Fe. Así encontramos a nuestra familia, desde nuestra propia infancia, como la maestra que nos lleva de la mano hasta la profundidad del misterio de Dios trasmitiéndonos la base de la relación y amistad con el Señor.

En cierto modo «en el seno de una familia, la persona descubre motivos y el camino para pertenecer a la familia de Dios»[3]. Nos sentimos hijos de Dios pues desde pequeños aprendemos a llamarle a Dios Padre con la oración del padrenuestro. Se nos enseña a reconocer en las imágenes y en la piedad popular la presencia amorosa de Dios. En otras palabras: es a través de la familia en donde nosotros crecemos en nuestro espíritu, pues ella siempre será la Iglesia doméstica y la primera evangelizadora[4].

Sin duda la familia cristiana debe gozar de una espiritualidad propia, en la que desde la piedad sencilla y la vida ordinaria se difunda para todos sus miembros el buen olor de Cristo. La familia que goza de una sana espiritualidad se refleja en su vida ordinaria y cotidiana como un claro testimonio evangelizador para la sociedad. «El gran tesoro de la educación de los hijos en la fe consiste en la experiencia de una vida familiar que recibe la fe, la conserva, la celebra, la trasmite y testimonia»[5].

Es así que la espiritualidad familiar consiste en no solo rezar juntos sino en construir la familia poniendo a Cristo como centro y roca angular en la que se deposita toda la confianza y de quien se toma el modelo para caminar en comunión perfecta con Dios y con los miembros de la familia.

Para llevar una buena espiritualidad familiar es necesario preguntarnos en dónde nos encontramos como familia en cuanto a la relación con Dios. ¿Qué tanto pronunciamos el nombre de Dios en nuestras charlas? ¿Confiamos que es Dios quien protege y guía nuestros pasos familiares en medio de las alegrías y tristezas cotidianas? ¿Somos capaces de poner la Palabra de Dios como tema de conversación? Tal vez al examinarnos nos encontramos en que, por pena o vergüenza, poco se trasmite a Dios.

Es así que nos encontrarnos con una serie de prácticas ordinarias que nos pueden llevar a una buena espiritualidad familiar. Por ejemplo, rezan juntos el rosario, asistir como familia a una posada, hacer oración para bendecir los alimentos, bendecir a los hijos, asistir a Misa juntos, platicar sobre las lecturas de la Misa, orar unos por otros, etc. pero el secreto de la espiritualidad familiar siempre radicará en la voluntad de cada integrante por llevar un poco de Dios al hogar, por lo que es conveniente que cada integrante de la familia se pregunte sobre su relación personal con Dios. Pues lograr una buena espiritualidad familiar es tarea de todos y al mismo tiempo de cada uno en singular.

Por otra parte muchas de las veces que se busca tener un momento de espiritualidad no suele faltar algún distractor que interrumpa el clima de encuentro con Dios, es decir la espiritualidad, por ejemplo el ruido, el juego de algún niño, la risa o apatía de alguien; pero lo importante será ser perseverante y continuar con el ejercicio de meditación oración o de piedad popular.

Ejercicio:

1.     Reunirse como familia para analizar y compartir fortalezas y áreas de oportunidad que se tienen en torno a la vida espiritual de la familia. Recordarlos ayudará a reconocer la cercanía de Dios y, servirá como punto de partida.
2.     Compromiso: Elaborar algunos momentos (ejercicios sencillos) de espiritualidad familiar en torno a los domingos restantes para la navidad (29 de noviembre, 6, 13 y 20 de diciembre).

Oración:

Señor Dios, ya que en tu designio tiene su sólido fundamento la familia, atiende misericordiosamente las súplicas de tus siervos y concédenos que, siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de tu Hijo Unigénito en el don de su amor y en sus virtudes domésticas, disfrutemos de la eterna recompensa en la alegría de tu casa. Por Cristo nuestro Señor. Amén.






[1] F. Robles Ortega, «Vivo en la fe del Hijo de Dios», 16.
[2] F. Robles Ortega, «La reconstrucción de nuestra ciudad una tarea de todos», 13.
[3] Documento de Aparecida, No. 118.
[4] Cfr. Documento de Santo Domingo, No. 64.
[5] Documento de Aparecida, No. 118