martes, 26 de julio de 2011

Felicidad: Cuestión de Tiempo.

Hoy por la mañana desperté, contento porque era martes, martes de descanso, martes de ir a la despensa con mamá, martes de charlar con mi señor padre, martes de hacer algunas actividades diferentes al resto de la semana. Alegre por haber terminado de leer una novela más (Las Valquirias de Paulo Coelho), cosa que me gusta mucho, sin embargo toda esa emoción que sentí muy de mañana se rompió en fracción de segundos cuando al ponerme el reloj de pulso, este se deslizó y, sin entender cómo, cayó al suelo, en ese mismo instante pensé que se rompería, al tiempo que mi rostro cambiaba de sonrisa a desesperación por atraparlo en la caída y de la desesperación al enojo por escuchar el golpe.
Más tarde estando sonriendo en el supermercado con mi madre al no encontrar estacionamiento pase  en ese mismo instante de la desesperación al enojo, sobre todo con un sujeto que se adelantaba a tomar el cajón para dejar su carro, mismo que yo ya había visto como posible pero que, en turno, no me tocaba.
Solo fue hasta un momento de la tarde, en que escribí estas líneas, que pude darme cuenta que la Felicidad termina tan pronto como nosotros mismo dejamos que las cosas, negativas y externas, nos influyan, pues en la mayoría de las veces dejamos que ellas nos tomen por sorpresa y que por más insignificantes que sean les damos más importancia de la que merecen.
He comprendido que para construir la Felicidad se necesita mucho esfuerzo y que no llega de la noche a la mañana sino que se va dando a través del tiempo, pues en cuanto más tiempo le dedicamos más felices somos y, que no podemos decir que seremos felices toda la vida si a caso no lo intentamos toda la vida.
Ahora bien, puedo decir que la felicidad es cuestión de tiempo, siempre y cuando le dedicamos el tiempo necesario, es decir siempre. Pues tanto el enojo y la alegría los tenemos alcance del momento pero siempre podremos decidir por cual inclinarnos, pues sabemos bien que la Felicidad comienza en el instante en que el enojo termina y que el enojo empieza cuando nosotros no dejamos tiempo para la Felicidad.

miércoles, 20 de julio de 2011

La Hermosura de la Fe

En aquella ocasión entré en el Templo, observe las imágenes y el decoro que este presentaba, era hermoso, tome unas fotos y pensé que el autor de ese templo debió haber sido inspirado por Dios para crear esa belleza, el Templo hablaba por si solo y la presencia del Cristo no dejaba lugar a sospechas de que era dedicado a él. Otras personas entraron también y lo observaron no guardaban mucho respeto pues también trataban de capturar instantes y momentos con los lentes de sus cámaras. Cuando yo también quería la mejor toma, se me acercó un viejo el cual solo me indico con su mano que observara la imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro, no le di mucha importancia, la mire y regrese la vista al Templo. Por segunda ocasión me volvió a indicar la imagen y señalándome que viera al niño que la Virgen llevaba entre sus brazos; y dijo: ruéguele a ella, pues salvó a mi esposa del cáncer cuando los médicos ya habían dicho que nada se podía hacer; al siguiente día mi esposa había sanado. Cuando terminó de decirme solo me sonrió y se fue… La hermosura de la Fe no estaba en el Templo, ni tampoco en la imagen estaba en el hombre que confiaba plenamente en su Madre.