martes, 27 de septiembre de 2011

Mi Madre y mis hermanos

La Mañana del Sábado, me levanté de mi cama y fui a trotar un poco; aun la noche, agonizante, intentaba dar sus últimas sombras pero, para ella todo era inútil pues el sol nacía asomándose triunfante por las montañas que rodean mi ciudad. La victoria de este era inminente, no había espacio para derrotas.

Comencé a trotar por el parque, mientras contemplaba poco a poco este espectáculo; la campana de la iglesia se hacía escuchar marcando la primera llamada, con el fin de congregar a los hijos de la Reina para que gozaran del banquete que su Padre había preparado en honor a su Hijo. Fue entonces cuando mi cabeza se despertaba recordando los rezos que en el inicio de mi juventud aprendí. Al tiempo que recitaba el ángelus, sobre m i mente corría la inquietud por ir a ver a mi Madre. Hoy era su día.
Recordé cuantas veces había acudido a contemplar la imagen preciosa de mi parroquia, en ocasiones solía pensar que el niño que tenía entre los brazos era yo, muchas veces se me llenaron los ojos de lágrimas pidiéndole que me protegiera, que no me dejara solo, que era necesario que me mostrara su amor, sus pies sobre las nubes me hacían pensar que ella aligeraba mi camino. Con el tiempo fueron apareciendo personas que poco a poco se convirtieron en mis hermanos y que también solicitaban su ayuda. Así fue como aprendí a ver  en los que acudían a ella a mi propia familia.
Días atrás había decidido buscar a mis hermanos para decirles que Mamá tendría una fiesta y que seguramente le agradaría mucho que fueran a verla. Para algunos su respuesta fue inmediata, y me confirmaron su asistencia. Otros no logré tener comunicación con ellos. Mis hermanos estuvieron a tiempo en la fiesta dejaron cosas para ir a donde mamá, una de mis hermanas incluso dejo su carro mal estacionado en la avenida, Yo creo que eso no importa pues Mamá es Mamá y además es bien taquillera. Algunos de mis hermanos no están del todo agusto de ir a su casa, pues dicen que otros hijos de Mamá le han hecho algunos cambios a su casa, incluso a su manera de vestir. Ciertamente así es, pues cuando llegué a saludar a Mamá la note un poco cambiada; ya no estaba de pie sobre una nube sino sobre una piedra verde, sus pies estaban cubiertos con telas que colgaban de su velo, confieso que tuve que cerrar los ojos para recordar cómo era que llegaban a sus pies algunos de los guardiancillos alados, como si tuvieran la intención de informarle de cómo andábamos nosotros, sus hijos. Aun con esto debo decir que siempre me siento muy bien en casa de Mamá.
Creo que todos logramos disfrutar la Fiesta en casa de Mamá; esa noche fue genial, hace varios meses que no nos reuníamos, ni reíamos juntos. Me alegra saber que todos mis hermanos y hermanas están bien, aunque debo decir que ya hemos crecido en edad, madurez y, porque no decirlo, hasta en volumen. Hoy pasé nuevamente a casa de Mamá, quería darle las gracias por reunir a mis hermanos y hermanas. Me parece que pude ver una pequeña sonrisa dibujada en su rostro. Al tiempo que Nuestro Hermano Mayor se aseguraba cada vez más en brazos de Mamá como diciéndome que entre más cerca se está de ella más seguros estamos. Y la verdad es que Nuestro Hermano Mayor es un verdadero ejemplo a seguir, ojala algún día pudiera Yo también llegar a tener sus mismos sentimientos y amar a Mamá tal como Él la ama.

¡Mamí… Como hermosa doncella el Señor te tomó!
Tu pueblo te llama con Fe: María de la Merced
Gracias Mamá

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El significado del título "Merced" es ante todo "misericordia". La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a ella ante todo con el deseo de  asemejarnos a Jesús misericordioso. El título mariano la Merced se remonta a la fundación de la Orden religiosa de los mercedarios el 10 de agosto de 1218, en Barcelona, España. En esa época muchos eran cautivos de los moros y en su desesperación y abandono estaban en peligro de perder lo mas preciado: la fe católica. Nuestra bendita Madre del Cielo, dándose a conocer como La Merced, quiso manifestar su misericordia hacia ellos por medio de dicha orden dedicada a atenderlos y liberarlos.

Es además patrona de los cautivos (presos), si hoy nos sentimos cautivos de lo que acontece en nuestros días pues recurramos a nuestra Madre para que nos libre y proteja de los que atentan contra la vida de nuestra ciudad.

martes, 20 de septiembre de 2011

La ciudad en la que vivo


Te está cantando el martillo, y rueda en tu honor la rueda.  Puede que la luz no pueda librar del humo su brillo. ¡Qué sudoroso y sencillo te pones a mediodía, Dios de esta dura porfía de estar sin pausa creando, y verte necesitando del hombre más cada día!
Quien diga que Dios ha muerto que salga a la luz y vea si el mundo es o no tarea de un Dios que sigue despierto. Ya no es su sitio el desierto ni la montaña se esconde; decid, si preguntan dónde, que Dios está -sin mortaja- en donde un hombre trabaja y un corazón le responde.

Hoy pude disfrutar la ciudad en la que vivo. Con plena conciencia eleve mis oraciones y levante el pan y el vino convertidos en el sublime cuerpo de Jesús, para pedirle al Padre por mi ciudad: Monterrey. En ella crecí, jugué, estudié, conocí a mis amigos y algunos de estos llegaron a ser mis hermanos y mis hermanas. Puedo decir que Monterrey no solo me ha dado la oportunidad de hacer mi vida, sino que también me ha dado vida; vida al observar su gente trabajadora, tenaz y cariñosa y al contemplar en las montañas la caricia de un Dios que sigue despierto.
Hoy celebramos 415 años de la fundación de Monterrey. Acompañado de doce familias, Montemayor arribó lo que era el Nuevo Reino de León y fundó el 20 de septiembre de 1596 la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey. Hasta el día de hoy Monterrey ha ido transformándose en la gran urbe que hoy conocemos. Monterrey a dado hombres y mujeres que han buscado llevar el estado al progreso; Semper in acendis.
Así que hoy me propuse yo también ser partícipe de esa empresa. Muy temprano fui a buscar que una instancia federal cumpliera con su compromiso de repara un daño causado a mi carro, como es de costumbre ya van los 21 días de demora y aun se demorarán mas, cuando me lo dijeron quise enojarme, pero mi amor por monterrey me hizo respirar agarrar aire y solo corregir de la manera más fraternal y caritativa a la instancia, me despedí de aquel empleado con una sonrisa, salí de ahí y me sentí feliz. Acudía a una cita previamente programada y cuando llegue me dijeron que no me podían atender respiré y volvime a decirles que les dictaría un teléfono en el cual me encontraría para que me avisar en cuanto pudieran atenderme. En la fila del banco la señora que estaba delante de mi maltrató a la cajera, busque llegar con una sonrisa y un buenos días ella aun nerviosa por el cliente anterior me atendió muy seria intercambie con ella mi número de cuenta y le dije que el día va comenzando y que podía mejorar acto seguido le volvía sonreír y diciendo un Dios te bendiga, ella solo soltó la sonrisa.
Creo que 415 años nos han ayudado a crecer, pero aun nos falta tomar en cuenta que Monterrey no solo es el cerro de la Silla o la Sierra Madre, sino es la gente que vive en ella, la que con su paso deja que esta ciudad crezca. El regio es y seguirá siendo el hombre de trabajo, de empuje, de metras a corto y largo plazo. El que en la carne asada encuentra la oportunidad de fraternizar con los demás,
Soy regio, estoy orgulloso de serlo, creo que los verdaderos regios reformaremos la ciudad que algunos han ido destruyendo; pues algo me queda claro que el regio busca fraternidad y la encuentra en el compartir su vida en el trabajo, escuela, amigos, familia, etc.
Otras muchas ciudades de la republica me gustan, Sahuayo, Morelia, México, Ptzcuaro, Guanajuato, pero creo que es Monterrey la ciudad en la que vivo: en la que hago vida.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Viva México

Cada 15 de Septiembre recordamos a los héroes que nos dieron patria, a la vez que gritamos vivas al sonar el nombre de ellos. Para mí siempre ha sido de gran emoción escuchar gritar ¡Viva México! yo creo que se debe a que amo a mi país. Este amor que le profeso lo llevo a las obras en algunos momentos concretos y sencillos; mencionaré algunos: me gusta poner la basura en su lugar, respeto la libertad de los demás, evito la corrupción, realizo con alegría mi trabajo, saludo a las personas, voto conscientemente en periodo de elecciones, entre otras tantas.
Una de las cosas que recuerdo con agrado, en el tiempo de la educación primaria, es el juramento a la Bandera de México, sobretodo la frase “SER SIEMPRE FIELES A LOS PRINCIPIOS DE LIBERTAD Y DE JUSTICIA”, mismo que intentado vivir y, al igual que yo un sinfín de personas buscan establecerla. A esto me pregunto ¿Por qué no todos los mexicanos y mexicanas no echamos manos a estos valores tan preciados de nuestra razón? ¿Por qué cuando se habla de México, solo se le critica y no se resaltan los valores de nuestro ideal? ¿Acaso se es más fácil criticar destruyendo la esperanza de tantos mexicanos que ir a la pro-acción? ¿Qué sería lo que impulso a nuestros antepasados por pelear la libertad y decidir llevar estos valores como emblema? Que complicado me es entender la reacción del mexicano que solo se busca a sí mismo en el egoísmo y no busca a México en la comunidad.
Así que este próximo quince hare mi grito silencioso desde me cuarto, como el del año pasado desde el cerro del cubilete frente al Cristo Rey y dentro del Santísimo celebrando los 200 años, mi grito será no un ¡Viva México! Recordando las hazañas de los héroes patrios; sino un grito de Viva México que suene a suplica, a petición, a abandono confiado en Dios y en mis hermanos mexicanos, sobre todo en los padres de familia, en los maestros y en todos los que intentamos rescatar los valores de nuestra nación. Un Viva México dirigido a las y los niños de modo que amen su nación y sus valores. Un “Viva México” que busque llegar más a la pro-acción que a la crítica, que intente desde la sencillez de la familia buscar la honestidad y el respeto, la justicia y le derecho, la amistad y la solidaridad.
¡Oh, Señor que Viva México!

martes, 6 de septiembre de 2011

Regresar al Primer Amor

“A dónde vas caminante, con tus pies cansados, si no conoces el camino; En qué aferras tú esfuerzo y volteas atrás como si te alentara tu principio.

– A mi amor primero, que es donde he salido y en el cual me recupero para caminar seguro en este eterno sendero”
Cuando el camino se vuelve escabroso, dar pasos pesa demasiado, la fatiga viene y, junto con ella, trae desesperación y angustia por no saber el fin del camino. Avanzamos inciertos, mas por aferrarnos a nuestro caminar que por saber el rumbo de este.
Siempre que veo mis objetivos tras el cristal de mi trabajo, logro ver grandes pasos pero a la vez percibo el cansancio; en ocasiones llego a perderme en el mismo camino y que suele desesperarme y al final, termino con tristeza el día, cuestionándome siempre lo mismo, ¿para qué es este esfuerzo? Cumplir las metas trazadas conlleva una gran responsabilidad que solo aquellos que lo intentan y llevan siempre el mismo rumbo alcanzan estas mismas llenándose de inmensa alegría.
A mí me ha costado caminar, pues en los pasos dados siempre percibo miedo, me enfrento con valentía pero muchas veces me atemorizan las decisiones. Camino en mi propia selva donde he dejado que los arbustos de los sinsabores, penas y errores me desesperen y olviden el porque he querido recorrerla. Solo una cosa me mantiene avante: “mi primer amor”.
Cuando regreso a mi primer amor logro siempre revitalizarme del porque he iniciado mi camino, lloro de alegría pues siempre me da la fuerza y la meta de mi caminar; siempre me hace capaz de continuar.
Solo una cosa agrego, nunca nos perdamos en el esfuerzo pues el retorno al amor primero nos lleva siempre, como cual brújula, a encontrarnos con mayor fuerza a lo venidero.