domingo, 12 de enero de 2014

La Iglesia y la Red

Cada domingo los cristianos-católicos nos reunimos para celebrar como Iglesia el máximo intercambio de amor (memorial), en el cual Cristo muere y resucita por nuestra salvación, a fin de atraernos a todos hacia él (cfr. Jn 3,1415): La Eucaristía. En ella dejando de lado las diferencias de raza, color, posición económica buscamos la fraternidad, intercambiamos saludos de Paz y comemos de un mismo banquete; en pocas palabras formamos una común-unidad, que nos permite salir del espacio celebrativo a vivir en comunión de amor y a extender el mensaje recibido de su palabra en cada uno de nuestros ambientes familiares, laborales y sociales.

Dentro de los ambientes en los que nos movemos, no cabe duda que ya sea por trabajo, escuela o por cualquier otro empeño, un gran número de personas entramos en contacto con el Internet. Hasta hace unos años este solo servía para consultar cosas que algunos ponían o para enviar y recibir algún tipo de mensajería, sin embargo hoy el Internet no es solo una gran pizarra en la que se cuelgan cosas, sino que esta ha llegado ser espacio de relación: la Red. Así pues, tenemos muchas más maneras de poder entrar en contacto con nuestros parientes, amigos y compañeros a través de las redes sociales. Yo mismo experimento esto cada semana que me comunico con mi familia, que se encuentra a kilómetros de distancia, pues a través de las redes sociales me es corta la distancia física que existe entre nosotros. Basta con que ambas partes gocemos de conexión para poder tener una conversación aun cuando no haya una presencia física.

A todo esto, me surge la pregunta ¿Es posible vivir como Iglesia en la Red? Primeramente debemos hacer notar que la Iglesia, siendo una comunidad de personas busca no solo relacionarse entre ellas sino que su comunicación se da en dos sentidos, de manera vertical con Dios y de manera horizontal con los hermanos. Por lo que no se puede responder, afirmativamente, a la pregunta de golpe. Pues puede darse que exista buena relación entre las personas, que en un momento determinado están ‘conectadas entre sí’ en la red, pero que estas a su vez no busquen la comunión con Dios.

La constitución apostólica Lumen Gentium en el numeral 6 nos presenta diversas imágenes de la Iglesia, en todas ellas resalta la comunión entre las personas que la componen pero cabe señalar que presenta como necesaria la relación con Dios. Salvador Pié-Ninot dice que, «en efecto, la Iglesia está ligada a las tres divinas personas como un pueblo unido por la unidad del Padre del Hijo y del Espíritu Santo». De tal manera que para que haya presencia eclesial en el ciberespacio es necesaria no solo la comunión con el prójimo sino también de entre ambos para con Dios. Ahora bien recordemos que en la Iglesia está llamada a darse la communio sanctorum que no solo la entendemos como aquella entre los fieles vivos y difuntos, sin que en la comunión de los Santos, «lo que viene a ocupar el primer plano son las nuevas relaciones entre los cristianos, esta es la comunión de los fieles vivos y solidarios entre sí en la oración, en el amor mutuo y en las obras buenas con que participan en la vida de la comunidad» (Cfr. Colzani). De tal manera que en las redes sociales, donde se realiza tanto intercambio y proximidad entre las personas podría darse, en cierta parte, algún intercambio de esta comunión; sin embargo sabemos que es necesaria para ello una verdadera autenticidad por parte de los que en la red se encuentran conectados entre sí.

Ante la pregunta sobre la Iglesia en la Red, podríamos responder que si es posible, vista la Red como un medio de comunicación con el cual llevar y recibir material de evangelización, sin embargo el desafío no apunta a un mera utilización de la Red como medio para presentar la Iglesia, sino que también podría buscarse el hacer vida eclesial en la Red, como un espacio en el cual presentarse. Ver también la Iglesia, en este aspecto, como el espacio conectivo, un espacio donde las personas tengan experiencia de vida, conectadas entres sí y con Dios, conlleva también a un alto riesgo, perder la comprensión de cuerpo místico. Si bien hoy gozamos del hacer chek in con el teléfono-móvil y dar aviso de nuestra presencia para tener disponibilidad de encuentro físico con los demás es importante recordar que el encuentro de Iglesia no se da solamente en relación con nuestro prójimo sino también con Dios. Pues la Iglesia no se reduce sólo a un espacio público en el que hacemos contacto con los demás, sino que va más allá, es decir la comunión eclesial es don del Espíritu. «El Espíritu suscita en los fieles el sentimiento de una comunión en virtud de la cual –por la fe y el amor– están en Dios y Dios está en ellos» (Congar).

A menudo podemos encontrar en la Red a personas que en son reservadas, tímidas o incluso cerradas, pero que en ella se muestra de una manera más abierta, amigable, sacando de su interior aquello que realmente son pero que por temor no lo expresan en el espacio físico; es por eso que un desafío para la Iglesia es abrir esa isla (ciberespacio) en la que se ha encontrado el espacio y la seguridad para expresar todo aquello que no se hace en el espacio físico. Tarea de la Iglesia es no sólo evangelizar por este medio sino llevar la Iglesia a este espacio (el ciberespacio), buscando formas y comprenderse en ellas, buscar ir de la conexión a la comunión, de los grupos on line a las relaciones profundas y comunidades cristianas; de estar interconectados a llevarlos a vida en comunión. En fin, la Iglesia está llamada a perforar la horizontalidad de las relaciones en las redes sociales para sacarlos y llevarlos a la verticalidad de la relación de la comunidad con Dios. Ciertamente con esto puede correr riesgos como por ejemplo la incomprensión de quien es realmente la mediación de autoridad eclesial, si aquel obispo que preside la diócesis, o aquel a quien se cyber-frecuenta, o escucha. Si el titular de la diócesis o el Santo Padre; pero esto es un riesgo que se debe asumir e instruir y regular.

El desafío de la presencia de la Iglesia en la Red es la tarea de hoy. ¿Podríamos reflexionar si mi presencia en la red, dice de mí, una vida auténticamente cristiana de Iglesia? ¿En las redes sociales soy el mismo que frecuenta mi parroquia o grupo apostólico o en su defecto me veo envuelto en la falsedad de la propuesta mundana? ¿Busco ser y hacer realmente Iglesia dentro de la Red o simplemente intercambio y comparto algunos bellos mensajes que me han llegado? ¿Cuándo entro en la red social busco ser cristiano o me olvido de mi ser bautizado olvidando hacer comunión con mis hermanos conectados?




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Biblia de Jerusalén; Lumen Gentium; S. Pie-Ninot, Eclesiología; A. Spadaro, Cyberteología; G. Colzani, La comunión de los Santos; Y. Congar, El Espíritu Santo.