martes, 20 de septiembre de 2011

La ciudad en la que vivo


Te está cantando el martillo, y rueda en tu honor la rueda.  Puede que la luz no pueda librar del humo su brillo. ¡Qué sudoroso y sencillo te pones a mediodía, Dios de esta dura porfía de estar sin pausa creando, y verte necesitando del hombre más cada día!
Quien diga que Dios ha muerto que salga a la luz y vea si el mundo es o no tarea de un Dios que sigue despierto. Ya no es su sitio el desierto ni la montaña se esconde; decid, si preguntan dónde, que Dios está -sin mortaja- en donde un hombre trabaja y un corazón le responde.

Hoy pude disfrutar la ciudad en la que vivo. Con plena conciencia eleve mis oraciones y levante el pan y el vino convertidos en el sublime cuerpo de Jesús, para pedirle al Padre por mi ciudad: Monterrey. En ella crecí, jugué, estudié, conocí a mis amigos y algunos de estos llegaron a ser mis hermanos y mis hermanas. Puedo decir que Monterrey no solo me ha dado la oportunidad de hacer mi vida, sino que también me ha dado vida; vida al observar su gente trabajadora, tenaz y cariñosa y al contemplar en las montañas la caricia de un Dios que sigue despierto.
Hoy celebramos 415 años de la fundación de Monterrey. Acompañado de doce familias, Montemayor arribó lo que era el Nuevo Reino de León y fundó el 20 de septiembre de 1596 la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey. Hasta el día de hoy Monterrey ha ido transformándose en la gran urbe que hoy conocemos. Monterrey a dado hombres y mujeres que han buscado llevar el estado al progreso; Semper in acendis.
Así que hoy me propuse yo también ser partícipe de esa empresa. Muy temprano fui a buscar que una instancia federal cumpliera con su compromiso de repara un daño causado a mi carro, como es de costumbre ya van los 21 días de demora y aun se demorarán mas, cuando me lo dijeron quise enojarme, pero mi amor por monterrey me hizo respirar agarrar aire y solo corregir de la manera más fraternal y caritativa a la instancia, me despedí de aquel empleado con una sonrisa, salí de ahí y me sentí feliz. Acudía a una cita previamente programada y cuando llegue me dijeron que no me podían atender respiré y volvime a decirles que les dictaría un teléfono en el cual me encontraría para que me avisar en cuanto pudieran atenderme. En la fila del banco la señora que estaba delante de mi maltrató a la cajera, busque llegar con una sonrisa y un buenos días ella aun nerviosa por el cliente anterior me atendió muy seria intercambie con ella mi número de cuenta y le dije que el día va comenzando y que podía mejorar acto seguido le volvía sonreír y diciendo un Dios te bendiga, ella solo soltó la sonrisa.
Creo que 415 años nos han ayudado a crecer, pero aun nos falta tomar en cuenta que Monterrey no solo es el cerro de la Silla o la Sierra Madre, sino es la gente que vive en ella, la que con su paso deja que esta ciudad crezca. El regio es y seguirá siendo el hombre de trabajo, de empuje, de metras a corto y largo plazo. El que en la carne asada encuentra la oportunidad de fraternizar con los demás,
Soy regio, estoy orgulloso de serlo, creo que los verdaderos regios reformaremos la ciudad que algunos han ido destruyendo; pues algo me queda claro que el regio busca fraternidad y la encuentra en el compartir su vida en el trabajo, escuela, amigos, familia, etc.
Otras muchas ciudades de la republica me gustan, Sahuayo, Morelia, México, Ptzcuaro, Guanajuato, pero creo que es Monterrey la ciudad en la que vivo: en la que hago vida.

1 comentario:

  1. A tiempo¡¡¡ Dejarías de ser Gerardo Delgado Martínez jajaja Un abrazo para ti, regio en el que no hay doblez.

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