miércoles, 20 de julio de 2011

La Hermosura de la Fe

En aquella ocasión entré en el Templo, observe las imágenes y el decoro que este presentaba, era hermoso, tome unas fotos y pensé que el autor de ese templo debió haber sido inspirado por Dios para crear esa belleza, el Templo hablaba por si solo y la presencia del Cristo no dejaba lugar a sospechas de que era dedicado a él. Otras personas entraron también y lo observaron no guardaban mucho respeto pues también trataban de capturar instantes y momentos con los lentes de sus cámaras. Cuando yo también quería la mejor toma, se me acercó un viejo el cual solo me indico con su mano que observara la imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro, no le di mucha importancia, la mire y regrese la vista al Templo. Por segunda ocasión me volvió a indicar la imagen y señalándome que viera al niño que la Virgen llevaba entre sus brazos; y dijo: ruéguele a ella, pues salvó a mi esposa del cáncer cuando los médicos ya habían dicho que nada se podía hacer; al siguiente día mi esposa había sanado. Cuando terminó de decirme solo me sonrió y se fue… La hermosura de la Fe no estaba en el Templo, ni tampoco en la imagen estaba en el hombre que confiaba plenamente en su Madre.

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