En cierta ocasión el pino más grande de aquel lugar soltó una semilla que voló por los aires durante mucho tiempo hasta que cayó en un valle donde había otros pinos. Los pinos que ahí moraban no le dieron importancia, sin embargo a la vuelta de un año aquella semilla se había convertido en un pequeño pinito, unos se asombraron de que hubiera podido nacer en aquel frió invierno. Algunos de los pinos solo decían –falta que pueda sobrevivir a la helada, no lo logrará- y otros solamente lo ignoraban. Paso la helada y el pinito empezó a crecer y comenzó a aprender a vivir en aquella familia de pinos y, aunque eran distintos a él, hacía lo posible por comunicarse con ellos y vivir según sus costumbres.
Un cierto día llego la época invernal y todos los pinos empezaron a decorarse con piñones y sujetando nieve. El solo los observaba hasta que se atrevió a preguntar por qué lo hacían. Muchos le dieron diferentes respuestas. Aunque todos coincidían que era por tradición. Al día siguiente nuestro amigo trató de hacer lo mismo sin embargo el sólo daba bellotas; y todos los pinos se burlaban de él. Algunos le decían –si quieres más semillas yo te puedo dar-; otros solo pensaban, para que quiere tanta semilla si ni siquiera lucen bien y se caen fácilmente, aquí es muy difícil que crezcan, ya somos muchos.
Pasaron unos días y el pinto se llenó de una gran cantidad de semillas que con la ayuda del viento lanzo lejos de aquel lugar. Todos al ver el acontecimiento se echaron a reír, uno de ellos le dijo: - mira lo que pasó, ahora ni siquiera las semillas van a embellecerte. Te has quedado sin nada.- Pero el pinito al escucharlo le respondió: no amigo; no es así. Del lugar donde yo vengo no nos importa lo mucho que podamos arreglarnos; aunque es muy importante enseñar lo mejor de nosotros a los demás, creemos que hay más felicidad en lo que podamos dar; cuando yo llegué aquí yo también era una simple semilla, y llegué gracias a que mi padre me envió hacia este lugar y se lo agradezco porque aquí me enseñaron amar y a pertenecer a una familia, sin embargo también vine con una misión. Cual –preguntó el otro pino-. Muy sencillo, “el dar vida”; cuando llegue la semilla que yo arrojé a otra parte también nacerá en una nueva familia y, esta hará lo mismo, pero también hará una cosa que yo aprendí aquí. Es decir que cuando llegué el invierno también se decorará como nosotros –dijo el otro pino. Así es –contesto nuestro amigo- pues aunque yo se dar vida, aquí me enseñaron a mostrar lo mejor de mí a los demás, y siempre ser ejemplo para los demás.
El tiempo paso y al año siguiente los pinos volvieron a decorarse y adornarse para el invierno, sin embargo ahora también echaban muchas semillas para comunicar su forma de amar a otras partes.
“Mayor es la felicidad cuando compartimos nuestra propia vida”
"Hay mayor alegría en dar que en recibir" (Hch 20,35)
No hay comentarios:
Publicar un comentario