miércoles, 21 de noviembre de 2012

La Fe que impresiona a Dios

Hace ya varias semanas, haciendo el recorrido hacia la universidad me percate que un establecimiento, de los que se encuentran por ese camino, había puesto ya su decoración navideña; esa ocasión hacia un poco de frío y el olor a café de un pequeño establecimiento me evocaron los recuerdos de navidades pasadas, ropas invernales, intercambios de regalos, figurillas del tan nombrado santa Claus, en fin me sentí tentado a comprar algo, no sé, lo que fuera, con tal de atrapar el sentimiento que me había suscitado. Días después de este acontecimiento estaba más atento, agudizando mi poca capacidad de asombro, a otros signos como las hojas de los árboles cubriendo las banquetas, los abrigos, etc. Y es que la gente suele comenzar sus compras desde muy temprano tiempo para “celebrar la navidad” con su familia y por supuesto con una buena cena.

Hoy nuevamente me sorprendió una imagen que me remitió a ‘La Navidad’, sin embargo esta a comparación de las anteriores me dejo sacudido, aun la sigo viéndola en mi memoria una y otra vez. Todo el día la he traído presente, al tiempo que se repite una de las frases que la acompañaban y haciendo brotar de mí solemnemente la reverencia y respeto sincero con un par de palabras que me sobresaltan y me interpelan: cuanta Fe y que forma de esperar el amor que llega. La impresión que me dejo aquella fotografía, que unos amigos míos habían subido a la red, donde se encontraba su hijo dibujando la paz con su sonrisa frete al árbol navideño, que con tan solo veinte esferas le remitía esa alegre paz a su rostro y las palabras de la madre: ‘Y lo mejor es que espera el nacimiento del niño Jesús’ diciendo con orgullo y ternura, con felicidad y amor desmedido hacia su hijo, solo hacían más solemne el momento, como cuando el incienso es quemado para perfumar la ofrenda de amor que se entrega en el altar.

Una vez más puedo decir que he vuelto a ver la misma realidad distinta, por una parte la navidad que muchos esperan se refleja y realiza en compas, vestidos, intercambios, decoraciones y otras tantas novedades, que solo dejan entrever la ignorancia de un amor humanizado, del amor verdadero. La espera de esa navidad consumista normalmente está cargada de tanto ropaje que cuando se llega el Gran Día en que nos es brindado El Gran Regalo, en la vulnerabilidad de nuestra misma carne asumida por Dios y contenida con sencillez en aquel el niño del pesebre, nosotros hemos terminado la Fiesta dejando de lado totalmente el motivo por el cual fue preparada. Es entonces cuando podemos experimentar el vacio enorme y el sinsentido de la preparación para una navidad que dura solamente una noche, un instante, una cena. Y así es como repetimos una vez más la historia, pues el pueblo de Israel esperaba el mesías y cuando este llegó simplemente se le cerraron las puertas.

La navidad que realmente viene y que muchas veces es ignorada, es la navidad que aquel niño de la fotografía espera; el no espera una fiesta, no espera algo sino que espera a Alguien. Cuanta Fe y que forma de esperar el amor que llega. La Fe que tiene el niño es la Fe que impresiona a Dios. La espera, a la que llamamos adviento y no comercio o consumo, es el signo para el otro de que lo que esperamos ya ha llegado, es preparar siempre la fiesta del encuentro con aquel que nos llega y con quien nos fundiremos a través del amor. La fiesta que celebramos con gozo en esa noche es solo antesala a la que celebraremos en la eternidad. Por eso nuestra preparación no está centrada en el comparar, vestir o adornar sino que nuestro adviento es gozar por su llegada y una vez alcanzada la fecha comenzar la Gran Fiesta de la Verdadera Navidad, del natalicio del Dios-con-nosotros, que no muere y caduca en una solo noche sino que esta se prolonga por semanas en la Liturgia con el fin de que gocemos la oportunidad de ser también nosotros obra de Dios para el hermano, ser un Jesús-para el prójimo. Esperemos pues y, esperemos de tal manera que también digan de nosotros: “y lo mejor es que espera el nacimiento del niño Jesús”.
 

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