Dicen que los amigos se pueden
contar con los dedos de una sola mano, la verdad creo que no. En mi caso he
experimentado la amistad profunda con otras personas y, al contarlos me he encuentro
que mis dedos no fueron suficientes para contenerlos. Ciertamente hoy el término
amistad se entiende de muchas maneras, algunas muy subjetivas y superficiales
que en ocasiones demeritan la fuerza que contiene este término, tales como:
amigos de parranda, amigos de la calle, amigos de redes sociales (amigos del
Facebook), amigos por compromiso, amigos con derecho, entre otras tantas; en
cambio para muchos de nosotros éste posee un valor incalculable. La Real
Academia Española define amistad como el “afecto
personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se
fortalece con el trato”.
Las amistades profundas no nacen de la noche a la mañana, sino que se
forjan a lo largo del tiempo y de las experiencias cercanas, humanas y de fe. Creo
que la amistad profunda se puede dar entre varón-varón, mujer-mujer y entre
varón-mujer; más aun y de una forma más especial y sublime también se da la amistad
entre Dios y el hombre. Algunos las llaman amistades verdaderas, a mi me gusta
más llamarle “amistad fraterna”; es decir cuando la amistad llega a ese punto
en que se vuelve una relación de familiaridad y comenzamos a vernos cercanos,
familiarizados, hermanados. Este tipo de amistad es desinteresada, pues solo
busca el bien común, siempre está expresada con tiempo juntos, perdón, justicia,
corrección, confianza, acortar distancias, dejar otras cosas por la amistad,
los detalles etc. Lamentablemente es entorpecida por la distancia y el egoísmo.
El amor de amistad transformado en amor fraternal es bendición.
Las amistades en cierta parte
nos definen, dicen algo de nosotros a los demás. Abraham, el patriarca, es llamado
‘amigo de Dios’ (St 2,23), su fe en
Dios, su confianza en Él, su esperanza fiel, su no guardarse nada para si ni
siquiera a su propio hijo, le hizo merecedor de tal título. La promesa de ser
el padre de un gran pueblo se esfumaba en el sacrificio de su hijo Isaac, pero
su confianza (amistad profunda) en Dios, su amigo, le trajo la bendición. La
amistad que Dios nos reclama es la Fe en Él; esta fe debe manifestarse en
compromiso, coherencia y consecuencia, tal como Juan el bautista que manifestó su
amor-amistad en Jesús con su propia vida y no guardándose los discípulos para sí,
sino indicándoles ellos el verdadero Mesías.
Los discípulos de Jesús fueron
llamados a estar con Él (Mt 3,13). Solamente el que es capaz de estar en Dios,
en su gracia, es capaz de responder a la oferta del amor sacrificial de Cristo.
Dándole vuelta a las palabras “a ustedes
los llamo amigos” pienso en el sentir de los apóstoles al escuchar de su
maestro llamarles ‘amigos’. Que profunda
alegría de los apóstoles y que profunda alegría de Jesús al saber que los que
había llamado confiaban en él y hacían su voluntad: El amor; testificando después con la entrega de sus propias vidas
su relación e unión con Cristo. Su amistad con Cristo los definió como Santos;
porque conocían, confiaban y amaban a Cristo y su obra. ¡Qué amistad tan
profunda!
La amistad con nuestros hermanos nos lleva a alegrarnos con sus
alegrías, a sufrir sus sufrimientos, a recorrer junto con ellos el camino. Cada
vez que nos amistamos con el otro imitamos la obra divina: El Hijo de Dios se
hizo hombre por y para el bien del hombre. La amistad es sin duda alguna una
entrega mutua, de uno a otro y viceversa.
En nuestros días se ha
comercializado la amistad, en globos, teléfonos, dulces, entre otras, de manera
que se llama amigo a aquel que se critica, se agrede, se ofende. Qué tristeza
de destinar un día para la amistad y no todos. Ciertamente el día de la amistad
nos hace recordar aquellos con los que hemos intercambiado parte de nuestra
vida, pero no basta con un día o una parte, sino con la entrega total al otro;
como Abraham, Juan el Bautista, los apóstoles.
El paso del tiempo me ha ido
regalando muchas amistades fraternas, amistades profundas. La amistad que tengo
con muchos de mis amigos y amigas más cercanos se ha forjado en el tiempo, en
caminar juntos con un sinfín de experiencias de dolor y alegría, de trabajo y
descanso, de estudio y esparcimiento, otras tantas se forjaron en relación común
con el Amigo: Jesús. La experiencia de Fe me ha traído grandes amigos fraternos
entre sacerdotes religiosos religiosas y laicos. La cercanía que tenemos con el Amigo, el hacer su voluntad, el amar
su obra nos ha unido más que sepáranos. Alguno incluso ya platica con el Amigo y observa mi caminar desde la
ventana del cielo.
La distancia física que intenta
entorpecer las amistad que hecho con ellos he vencida por la llamada de teléfono,
por el correo, por el apoyo, por el caminar conmigo cercanos a pesar del tiempo
y la distancia. El agradecimiento profundo a todos ellos que al contarlos
superan el número de mis dedos en las manos. Que sería sin ellos, que me han
definido, que sería sin la amistad con Jesús que camina siempre conmigo en su
camino. Que dicha el poder llamarle a alguien amigo. Que dicha la de los apóstoles
de escuchar de Jesús llamarles amigos, que dicha es que nos haya llamado hacer
su voluntad y, que dicha de tener como recompensa su amistad.
Más allá de los globos, del 14 de
febrero, de la mercadotecnia, de los corazones y de las superficialidades que
nos desfiguran el sentimiento y experiencia de amistad profunda, están las
muestras de cariño, las lagrimas ante el dolor, los desvelos, las oraciones,
las correcciones, la escucha atenta, el callarse para dejarte hablar, el
respeto, el buscar siempre tu bien; sí, atrás de todas las superficialidad está
la presencia y el amor del Amigo en
nuestros amigos.
“Un amigo fiel no tiene precio, no hay manera de
estimar su valor. Un amigo fiel es un bálsamo de vida, que encuentran los que
temen al Señor. El que teme al Señor encamina bien su amistad, porque como es
él, así también será su amigo”. (Eclo 6,14-17)
como dijo el booz light year.....amigos hasta el infinito y mas alla.
ResponderEliminar:) este y todos los días de amistad..
ResponderEliminarexcelente! hace tiempo que lo leia
ResponderEliminarMuy cierto, se siente la presencia y el amor del Amigo en nuestros amigos. Bendito Dios usted es uno de ellos.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy ciertas sus palabras, ya esperaba leerlo
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