Esa noche después de las pláticas con los papás, celebraba una Hora Santa, hacía ya unos meses que no disfrutaba de una, pues en el horario ordinario de estas suele haber confesiones, pero esa noche se celebraba en un horario especial y para un determinado grupo de personas; después de que expuse el Santísimo Sacramento en la custodia me fui a sentar en un costado del presbiterio, la vista desde ahí no era muy buena pues algunos instrumentos del coro me impedían ver con claridad el altar; sin embargo, me esforcé por concentrarme y lo logré, pude estar a solas con Dios.
Vino a mi mente la época de mi formación en el seminario, pues en ese tiempo solía haber hora santa cada jueves, bastante reconfortante para todos, pues depositábamos en ella nuestro cansancio de la semana, nuestras preocupaciones, le platicábamos a Jesús de nuestros logros, otros simplemente decidían callar y estar con Él. Así que yo decidí estar con Él. El tiempo pasó rápido pero la paz era duradera. Vinieron a mi mente las palabras de Pedro “bueno es estarnos aquí”
Entre la oración y la música recordé que había de acercar lo más posible el Señor a los muchachos de manera que estos pudieran estar frente a frente con Él. En este momento algunos solo cerraban sus ojos, otros solo contemplaban la Eucaristía y esbozaban entre labios algunas oraciones, otros lloraban, en fin cada quien intentaba disfrutar el momento frente a Él. Yo por mi parte decidí orar por cada uno de ellos. Estar frente al Señor, es magnífico, reconfortante, se descasa, se regocija.
Nos sumimos en la pequeñez de nuestra nada para contener y presenciar la grandeza del Todo. Es difícil decidir qué hacer cuando se está frente al que nos hizo, difícil es contarle nuestros problemas, logros, alegrías y penas frente a quien ya las conoce… ¿Qué hacer frente al maestro?
Frente al Maestro se aprende, se descansa, se está con él. Maestro que bueno es estarnos aquí
Preciosas palabras llenas de sabiduría y amor. Una ovación para ti.
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