Hoy pude mostrar a mi familia la colección de monedas conmemorativas, con valor de cinco pesos cada una, al bicentenario de la Independencia y centenario de la Revolución de México. Mi familia las vio con asombro, algunos manifestaron no se habían dado cuenta de que traían a algunos personajes de la Historia de nuestro México, otros bromearon con ellas y algunos tal vez no les era tan importante. Sin embargo aun con lo anterior para mí fue emocionante cuando pude obtener la última moneda que completaba los 38 héroes patrios y colocarla en el coleccionador. Ellos no esperaban encontrar la moneda… pero yo sí. Esperaba encontrar la moneda que contenía el personaje faltante a mi colección. Que difícil, pues en ocasiones venían algunos otros, pero el faltante no, la alegría me vino cuando la encontré, pues fue hasta ese momento cuando pude ver el tiempo que le había invertido a esta tarea, cada vez que encontraba y obtenía una moneda distinta y así se iba completando mi colección me decía: solo faltan algunas, pero cuando la encontré entonces mi esperanza murió, había logrado llegar a la meta.
Me pregunto ahora ¿todos somos consientes de nuestras esperanzas? Desde el primer domingo de Adviento propuse a la feligresía que asistió a las eucaristías, que un servidor presidió, que buscáramos esperar el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, trabajando por el hermano que se encuentra más próximo y con necesidad. La práctica de las obras de misericordia nos haría más efectiva la espera.

Respondiendo a la pregunta, puedo decir que no, No todos somos consientes de nuestras esperanzas, pues en ocasiones ni siquiera sabemos con certeza lo que esperamos; Incluso me atrevo decir que algunos de los que si son consientes de lo que esperan lo han encuadrado tanto que no son capaces de ver que lo esperado pasa una y otra vez frente a ellos y ellos no lo reconocen.
Jesucristo viene y vendrá con gloria; sin embargo muchos en muchas ocasiones se nos olvida que lo esperamos. Por ejemplo aun era noviembre y con tristeza veía como la gente se amontonaba ya en las compras navideñas convirtiendo la fiesta de la navidad en moda. Ahora me pregunto ¿es posible que podamos esperar con espíritu cristiano a nuestro Señor? Ciertamente que sí. Cuando reconozcamos a Nuestro Señor que llega a nosotros no solo el 25 de diciembre sino en cada momento que mi hermano se encuentra necesitado, será entonces cuando realmente muera nuestra esperanza, cuando realmente celebremos y nos regocijamos, nos jubilamos con la Navidad del Señor. La Esperanza muere al último y muere para dar paso al gozo que no se acaba.
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El milagro de la vida en el momento del nacimiento es impresionante;
pero cuando todos ponen en Él su continua y cotidiana esperanza,
la misma espera se transforma en regocijo. 'Marana tha'
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