En el principio existía ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. El era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.
(Juan 1,1-5)
La Plegaria Eucarística Vb de la Liturgia ha llamado siempre mi atención desde muy niño. Recuerdo que solía escuchar al padre, de mi parroquia, en la Misa mientras que levantaba sus manos al cielo: “inspíranos el gesto y la Palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado”. Solía reflexionar sobre esto de niño, quienes son esos hermanos solos y desamparados; regularmente me suponía que aquellos que consideramos más pobres económicamente hablando, por ejemplo los ancianos que no gozan de una familia, o los niños abandonados, entre otros casos extremos. Pero más llamaba mi atención cuando reflexionaba sobre a qué se refería con la palabra oportuna. Y tratando de hacer relación a ambos pensamientos me preguntaba cómo iba saber cuál era el gesto y sobre todo la palabra oportuna que habría de decir.
El día de la Navidad me ha dado en parte la respuesta, pues pienso ahora que el gesto y la palabra oportuna es otorgar al mismo Cristo a quien más lo necesita. El evangelio de Juan es claro “en el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios… Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. Oh que grandes y divinas palabras, escucharon mis oídos ese día de Navidad.
Mientras me preparaba para el sermón de la Mañana, no podía dejar de repetirme el abordar el tema con un comentario de los martes. Quería hacerlo desde el lunes sin embargo me dije espera al martes. Otras tantas palabras vinieron a mi encuentro mientras pasaba el lunes y parte del martes para hacer el comentario, pero cambiarían completamente el tema de la Navidad y además iban en un sentido más cómico, nostálgico y tal vez de gratitud inclusive. Así que me dije No hay que desaprovechar la octava de este tiempo de gracia que es la Navidad.
Durante el Adviento escuchaba frases ya muy cercanas a la Navidad como por ejemplo: “que el Niño Dios nazca en tu corazón” sin embargo se me hacían un tanto trilladas. Y es que el Nacimiento de Jesús en nuestros corazones solo puede darse cuando lo abrimos para que en ellos se encarnen nuestros hermanos. A fin de cuentas solo así podemos hacer presente a la Palabra hecha carne en nuestra vida y en la del prójimo. Cuando no lo hiciste con el más insignificante de mis hermanos conmigo tampoco lo hiciste. Esa es la verdadera palabra oportuna el mostrar al que es la Palabra a nuestros hermanos y, el abrirnos e ellos para mostrar el gesto oportuno. Tratando de imitar al que es Gesto y Palabra oportuna.
Qué gran gesto de nuestro Padre Dios mostrarnos y regalarnos a su Hijo hecho Hombre como nosotros y en la Humildad del Recién Nacido.
Qué Gran palabra de nuestro Padre Dios al hablarnos a través del que es la Palabra creadora: su Hijo. Y así poder expresar el gran amor que nos tiene.
Hagamos vida en el que es la Vida, a través de nuestros gestos y palabras a nuestro prójimo, amándolo siempre y oportunamente.
FELIZ NAVIDAD PARA TODOS.