Creo que todos nos hemos topado alguna vez con esas personas que nos trasmiten paz, tranquilidad; personas que buscan hacer el bien y vivir en la justicia. Me refiero a los que se abren paso entre la adversidad, trabajando duró y buscando siempre, como muchos decimos, salir adelante. Sin embargo he de reconocer que también hay gente que no deja avanzar, que mas que estorbar el avance de los demás, se vuelve su adversario, coloquialmente decimos que: “ni pichan, ni cachan, ni dejan batear”.
He de confesar que estas segundas personas me dan un miedo tremendo y terrible. Sobre todo cuando el tiempo es adverso, siento que vivo la experiencia de una película de suspenso que aun cuando la música, los sonidos y las escenas te indican que vendrá un gran susto, este por más anuncio que te hagan siempre es sorpresivo y espantoso. Soy de los que piensan que una persona nunca dejas de conocerla. Las personas malvadas nos llevan a al temor eso me queda claro, pero si le sumamos un tiempo adverso nos puede llevar al derrumbe.
Me es consolador mi experiencia del rezo de vísperas, tal vez porque el tiempo y el lugar en que las recé me era favorable, las montañas que me rodean hablan por sí solas, me abrazan y me gritan que Dios está presente. Mil temas en el día cruzaron mi cabeza desde que me desperté, sin embargo supe cuando leí el salmo 48 que sobre esto tenía que hablar no podía quedarme con la experiencia reservada. Otros temas habían sido sobre las personas grandes y sencillas como Juan Pablo II, madre Teresa (mi favorita), o incluso las lagrimas de Benito (trabajador de la casa de retiros donde me hospedo) al hablarme de la película Milagros inesperados. Pero el salmo en parte resume todo.
Canta el salmo ¿Por qué he de temer los días aciagos cuando me acerquen y me acechen los malvados…? Me pregunto ¿acaso no puede más el bien que el mal? o ¿acaso hay no más gente buena que mala? Dios hace salir todos los días el sol, para darles calor a sus hijos, manda la lluvia para bendecir y fecundar los campos, saciar la sed del hombre.
Las personas malvadas suelen causarnos temor, sin embargo, Dios nos ayuda. El mismo nos tiende la mano nos da la persona indicada para saber que está presente y que no dejará a sus hijos sucumbir ante el enemigo. Puedo confesar que en el camino que he recorrido hasta ahora, he podido experimentar la crítica y acciones de la gente, a veces buena otras veces mala, pero no me preocupa, aun que debo admitir que si me reduce la velocidad con que trabajo, crezco y aprendo, y es que la mayoría de las veces va cargada de sentimientos personales con los que no puedo combatir, juicios que muchas veces se han hecho temerariamente y, la que más me causa daño es la que va con la intención de hacerme sucumbir.
Pero a mí Dios me ayuda. Así escuche las palabras de martes, Dios me ayuda, que magnificas palabras. Es él el que socorre mi carencia, mi necesidad y que sale a la defensa contra mi adversario. Ojala siempre pueda experimentar la ayuda de Dios, manifestada en mis hermanos y amigos. Mi temor se vuelve alegría al hacer conciencia de estas palabras.
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¿Por qué habré de temer los días aciagos, cuando me cerquen y acechen los malvados…?
¿Por qué habré de temer los días aciagos, cuando me cerquen y acechen los malvados…?
…Pero a mí, Dios me salva, me saca de las garras del abismo y me lleva consigo.
Decía el ya muy trillado Martin Valverde, los enemigos (o en este caso las personitas que describes tu y que no les gusta su vida y por eso se ponen a desarmar la de otros) nos ayudan a pensar, al menos por eso habría que darle las gracias.
ResponderEliminarPadre dicen que El ave canta, aunque la rama cruja, porque conoce lo que son sus alas y usted tiene aun muchos horizontes por volar con esas grandes que al extenderse abarcan mucho y a muchos, animo .
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