Hoy, al despertar sentí las ganas de seguir dormido, sin embargo reconozco mis labores sacerdotales y mis convicciones pastorales, así que decidí ponerme en pie y afrontar el martes de descanso. Sé que tengo mucho trabajo por estos días pero bueno aun hay tiempo para sacar el trabajo. Debo confesar que muchas veces creo que me meto en trabajos que no me corresponden pero que no sé porqué termino haciéndolos; la verdad, como dirían algunos, “me enquehacero solo” (aun no sé cómo definir esa palabra con exactitud pero no tengo otra para describir el sentimiento y la acción del mismo quehacer). Al entrar la regadera comencé a pensar en el trabajo del día y del mes, eso me preocupó un poco. Luego pude reflexionar sobre lo que me ha pasado en los últimos días y eso me hizo esbozar una sonrisa.
En estos días he experimentado muchas cosas de esas que llamamos negativas, entre ellas enunciaré algunas: me enfermé de la garganta en pleno fin de semana y para mí es difícil esto pues los fines de semana es cuando mas necesito estar al cien; viajando con unos amigos en carretera se desguarachó una llanta a mi carro, me hakearon mi cuenta, se descompuso mi teléfono movil y para no hacer el cuento largo termino diciendo que días más tarde me dieron un cristalazo al carro. Esta última me causo risa a pesar de que tenía que invertirle tiempo y dinero para cambiar el cristal. La verdad he tomado la decisión de no enojarme por cosas insignificantes y mucho menos por daños materiales, creo que aquel dicho de “al mal tiempo buena cara” tiene demasiada enseñanza. Pues muchas veces nos desanimamos por cosas que no tienen gran trascendencia y lo peor es que regularmente cambian nuestro estado de ánimo de la pasividad al enojo y terminamos descargándonos con otras personas y a veces estas son de las que más nos aman.
Me pregunto ahora ¿es posible siempre estar mostrando buena cara a las adversidades y sin sabores? Ciertamente hay cosas que nos sacuden, nos enojan y nos hacen borrascoso en muchos de los casos el juicio; así que no podemos decir que somos inmunes ante algunas situaciones. En el momento que caminaba por la calle y llegaba a mi automóvil me di cuenta que tenía el cristal roto, abrí la puerta me subí al carro, acto seguido mire la infinidad de cristales en el asiento del copiloto, sonreí, encendí el motor y me fui de allí. No pude enojarme, pensé que no había necesidad de enojo, no había culpable, no había razón de enojarme además no tenía con quien compartir mi enojo, así que decidí reír y reír. Qué alegría me dio el no poder reaccionar negativamente ante la peripecia.
Las diferencias de pensamiento, las decisiones de manejo en el trafico de la ciudad, la manera en que pedimos las cosas, los contratiempos, la pereza de los compañeros de trabajo, entre mochas otras, son cosas que nos suelen avecinar un mal tiempo, una estancia infeliz, una molestia con los demás, pero a todas estas cosas hay que responderle con buena cara, pues una sonrisa hace abordar de manera diferente las correcciones fraternas, los trabajos, los reclamos, los servicios.
Presentemos siempre buena cara. No solo se trata de cumplir obligaciones y compromisos sino de hacerlo de la mejor manera. Sonreír que siempre hay cosas buenas y malas, por eso hay que sonreír.
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¡Feliz Cumple hermanita!
No pos una limpia padrecito jajajajajja
ResponderEliminarrecuerdo mucho cuando estabamos de misiones, de regreso a mty, que no pudieron subir por nosotros, veniamos cansados, fastidiados y molestos entre nosotros y cuando llegamos al camion que nos iba a bajar a mty, a medio camino empezo a llover, no se si lo recuerdes.. que nos atacamaos de la risa solo eso nos faltaba jajja que cosas.. me queda claro al mal tiempo buena cara jiji salu2 P. Gerardo. =)
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