Hace unos
días me puse a reflexionar sobre mí caminar en la Fe y me di cuenta que es
impresionante la cantidad de personas que me han ayudado a crecer como
cristiano. Debo decir que en la Iglesia es imposible caminar solo, simplemente
no se puede por el motivo de que nuestra Fe está puesta en Dios revelado por
Cristo, el cual quiso hacerse presente en nuestros hermanos, de manera que
entre más amamos al prójimo más amamos a Dios, y entre más comunión hacemos con
Dios más somos Iglesia. ‘Quien ama a
Dios, ame también a su hermano’ (1Jn 4,21). La mayoría de los católicos
recordamos quien nos enseñó a hacer las primeras oraciones, que regularmente
solemos aprenderlas en casa con nuestra familia; y también recordamos quien
fueron nuestros catequistas. Aquellos que nos enseñaron los dogmas de Fe,
aquellos por los que conocimos a Jesús, incluso aquellos por los que supimos
que es y como participar en nuestra Fe.
En mi tiempo
de formación hacia el sacerdocio y ahora como sacerdote he conocido muchísimos
catequistas que semana tras semana buscan extender y trasmitir la Fe que
profesamos a una inmensidad de niños que a través de uno, dos o más años se
inician en la Fe y llegan a entrar en comunión con Cristo-Jesús en su sacramento
de amor. En muchas ocasiones poco valorados incluso criticados, los catequistas
perseveran firmes en la transmisión de la Fe. No les importa si el clima es
bueno o malo, si les dan curso de pedagogía o no, si les agradecen o
simplemente desprecian su apostolado… y los tenemos de todos tipos,
adolescentes, jóvenes, adultos o ancianos, divertidos, serios, pedagógicos,
austeros, etc. En fin todos coinciden en una sola cosa en su amor a Dios y a la
Iglesia que les hace trasmitir el don de la Fe. Pero ¿Qué es trasmitir la Fe?
Con el Año
de la Fe, decretado por Benedicto XVI, comenzamos un camino como Iglesia
Católica rumbo al reconocimiento y profundización
de nuestra Fe. Ya en febrero de 2007, con la encíclica Sacramentum Caritatis, el papa ponía de manifiesto que el misterio de la Eucaristía,
‘centro de nuestra Fe’, tiene un triple misterio que debe de creerse,
celebrarse y vivirse. De tal manera que el catequista no solo es aquel que recita
cosas de memoria en su clase de catecismo, sino que su ministerio le lleva a
buscar una verdadera Educación en la Fe para aquellos que a su experiencia se
acobijan y, de forma que se vean fortalecidos por esta Fe. Pues ‘la Fe no es un refugio para gente
pusilánime, sino que ensancha la vida’ (Lumen Fidei 53).
Ciertamente los primeros responsables de la catequesis son los padres de familia, sin embargo hoy en día los que caminan y ejercen este ministerio de la catequesis buscan entronizar en los niños cuatro cosas básicas y que todos debemos conocer, vivir y celebrar en el diario caminar de nuestra vida sacramentaria, a saber: el credo, los sacramentos, los mandamientos y la oración. A través de estos la Fe se cree, vive y celebra; porque no los catequistas no solo acompañan a los neófitos en el camino hacia el sacramento del sacramento de la Eucaristía, sino que a través de ellos la Iglesia provee a sus hijos con el mapa que los llevará siempre al encuentro con su Dios y Señor. En otras palabras la Fe que se inculca es como el camino a recorrer que se abre al encuentro con Dios vivo (Cfr. Luemen Fidei 46).
Que hermosa e importante tarea, trasmitir la memoria de la Iglesia: Jesús. Aun recuerdo cuando de mi catequista escuché la historia de Samuel, los cantos de animación, los siete sacramentos y el buscar mi perseverancia en la Fe. Tampoco puedo olvidar aquellos catequistas que me enseñaron página a página el Catecismo de la Iglesia Católica, ni los cursos sobre las personas divinas que mi párroco impartió en los años de preparación al Jubileo del 2000. Por eso que ahora que profundizo más de cerca en lo referente a la Fe no dejo de agradecer por la respuesta que dieron aquellas personas y por el tiempo que me dedicaron para aprender a caminar en esta senda de la Fe… Creo que hoy el Señor mas que nunca sigue llamando a sus hijos a trasmitir y vivir su eterno recuerdo del evento de la salvación. Espero muchos respondamos a este llamado y sirvamos en este ministerio… “Padre Bueno recompénsales su entrega y servicio”.
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En honor a mis primeros catequistas:
Olivia, Francis, Anita, Don Paco, Adelaida, Nacho, P. Juan Ángel.
Olivia, Francis, Anita, Don Paco, Adelaida, Nacho, P. Juan Ángel.
También estoy de acuerdo con usted, Padre Gerardo, que es muy importante comunicar-transmitir nuestra FE con palabras y/o con obras; pero no solamente los catequistas sino todo cristiano-católico ya que nuestro Señor Jesucristo nos dejó esa misión a todos sus discípulos.
ResponderEliminarHay personas que han experimentado el gran amor de Dios, una sanación física sin intervención médica, la alegría extrema del perdón misericordioso de Dios nuestro Señor, etc., y no dan testimonio a sus hermanos por temor de qué puedan pensar o decir de ellos. Ahorita me viene a la mente la parábola del sembrador, que refiere a veces se siembra en tierra árida y otras en tierra buena. Pero si amamos a nuestros prójimos no nos va a importar el qué dirán, porque con un hermano convertido estaremos ganando un hijo para Dios.
Hoy vi en Facebook una entrevista que le hicieron al Padre José Antonio Fortea y me impactó mucho la siguiente comentario: "El que tacañamente sembró, tacañamente recogerá. El que generosamente sembró, generosamente recogerá. En el cielo como en el infierno cada uno sufrirá o gozará según el nivel de odio o de amor que alcanzó en este tiempo de prueba."
Me dio mucho gusto leer la reflexión que nos compartió en honor a los catequistas.
También me da mucho gusto saludarlo, Padre Gerardo. Dios y nuestra Madre Santísima lo bendigan y protejan. Nora de Loyola