miércoles, 31 de diciembre de 2014

Bendita seas Vida

¿La vida? La vida es una andanza en la que se va conquistando relaciones con los demás, con las cosas y con Dios. En ella he encontrado alegrías y tristezas, angustias y esperanzas, sabores y sin sabores. Sin embargo me siento bendecido por Dios y por los que me aman.

Mi familia ha sido siempre el punto de partida y llegada de muchos de mis pasos, si no es que tal vez de todos. En mi familia he aprendido a relacionarme, convivir y trabajar, he llorado y he reído con ellos. Les he compartido grades y pequeñas noticias sobre mi y sobre los que me relacionan; también ellos han hecho lo mismo conmigo. Por lo que en el último día del año y después de haber celebrado mi vida con ellos no me queda más que bendecirlos. Benditos sus consejos, benditas sus correcciones, benditos su abrazos, benditos mis padres y benditos mis hermanos. ¡Qué sería yo sin ellos!

Tengo que decir también que mi andanza en la vida ha sido siempre seguir a un maestro. He intentado seguir sus pasos aunque muchas veces no lo he hecho de la manera más adecuada. La Fe en Jesús, la amistad que me tiene y que intento refrendársela en el día a día, en lo sencillo, ordinario y cotidiano me parece como alimento que me fortalece. Las suplicas, plegarias y rezos los considero como agua que refresca la sed del hombre, agua fresca en un lugar sereno y tranquilo que al caminante reconforta para continuar su viaje. Bendito seas Tú y siempre Tú ¡mi amado Cristo! por quien vivo y camino, por quien amo y espero; Tu eres mi punto de partida de donde salgo y regreso. Bendita sea tu confianza en mi caminar y respuesta. Bendito tu Espíritu que me impulsa, anima y fortalece. Bendito tu Padre que te ha mandado a ti en mi rescate. Bendita también tu madre, mi madre, que me acompaña y consuela. Bendita la hora en que te conocí y benditos los hombres y las mujeres por quien te me revelaste.

La vida son relaciones, y en ellas he encontrado a tantos hermanos y amigos. Me considero afortunado por los muchos que me amán a pesar de mis errores y fracasos. Me siento alegre por lo mucho que disfrutan mis logros con tanta alegría que me contagian con su entusiasmo al celebrar la pequeña o gran meta conquistada. Toda la vida he tenido amigos y creo que ellos son y serán siempre un don de Dios para mi camino. La fraternidad y amistad que guardo con ellos es fruto de un mismo lugar: la Iglesia. Mi amada Iglesia a quien amo y en la que vivo me ha dado una gran familia, en la que sirvo y me entrego con las pocas o muchas fuerzas que tengo.


Por eso hoy ¡Te bendigo Vida! Bendigo cada año, cada experiencia, cada entrega ordinaria. Te bendigo a ti Vida que te muestras como Camino, sin falsedad ni sobresalto, sino como Verdad y sentido de mi caminar. Te bendigo a ti Jesús: camino, verdad y vida.