Cada
domingo los cristianos-católicos nos reunimos para celebrar como Iglesia el
máximo intercambio de amor (memorial), en el cual Cristo muere y resucita por
nuestra salvación, a fin de atraernos a todos hacia él (cfr. Jn 3,1415): La Eucaristía. En ella dejando de lado las diferencias de
raza, color, posición económica buscamos la fraternidad, intercambiamos saludos
de Paz y comemos de un mismo banquete; en pocas palabras formamos una
común-unidad, que nos permite salir del espacio celebrativo a vivir en comunión
de amor y a extender el mensaje recibido de su palabra en cada uno de nuestros
ambientes familiares, laborales y sociales.
Dentro
de los ambientes en los que nos movemos, no cabe duda que ya sea por trabajo,
escuela o por cualquier otro empeño, un gran número de personas entramos en
contacto con el Internet. Hasta hace unos años este solo servía para consultar
cosas que algunos ponían o para enviar y recibir algún tipo de mensajería, sin
embargo hoy el Internet no es solo una gran pizarra en la que se cuelgan cosas,
sino que esta ha llegado ser espacio de relación: la Red. Así pues, tenemos
muchas más maneras de poder entrar en contacto con nuestros parientes, amigos y
compañeros a través de las redes sociales. Yo mismo experimento esto cada
semana que me comunico con mi familia, que se encuentra a kilómetros de
distancia, pues a través de las redes sociales me es corta la distancia física que
existe entre nosotros. Basta con que ambas partes gocemos de conexión para poder tener una
conversación aun cuando no haya una presencia física.
A
todo esto, me surge la pregunta ¿Es
posible vivir como Iglesia en la Red? Primeramente debemos hacer notar que
la Iglesia, siendo una comunidad de personas busca no solo relacionarse entre
ellas sino que su comunicación se da en dos sentidos, de manera vertical con
Dios y de manera horizontal con los hermanos. Por lo que no se puede responder,
afirmativamente, a la pregunta de golpe. Pues puede darse que exista buena
relación entre las personas, que en un momento determinado están ‘conectadas
entre sí’ en la red, pero que estas a su vez no busquen la comunión con Dios.
La
constitución apostólica Lumen Gentium en el numeral 6 nos presenta diversas
imágenes de la Iglesia, en todas ellas resalta la comunión entre las personas
que la componen pero cabe señalar que presenta como necesaria la relación con
Dios. Salvador Pié-Ninot dice que, «en efecto, la Iglesia está ligada a las
tres divinas personas como un pueblo unido por la unidad del Padre del Hijo y
del Espíritu Santo». De tal manera que para que haya presencia eclesial en el ciberespacio es necesaria no solo la
comunión con el prójimo sino también de entre ambos para con Dios. Ahora bien
recordemos que en la Iglesia está llamada a darse la communio sanctorum que no
solo la entendemos como aquella entre los fieles vivos y difuntos, sin que en
la comunión de los Santos, «lo que viene a ocupar el primer plano son las
nuevas relaciones entre los cristianos, esta es la comunión de los fieles vivos
y solidarios entre sí en la oración, en el amor mutuo y en las obras buenas con
que participan en la vida de la comunidad» (Cfr. Colzani). De tal manera que en las redes sociales, donde se
realiza tanto intercambio y proximidad entre las personas podría darse, en
cierta parte, algún intercambio de esta comunión; sin embargo sabemos que es necesaria
para ello una verdadera autenticidad por parte de los que en la red se
encuentran conectados entre sí.
Ante
la pregunta sobre la Iglesia en la Red,
podríamos responder que si es posible, vista la Red como un medio de comunicación con el cual llevar y recibir
material de evangelización, sin embargo el desafío no apunta a un mera
utilización de la Red como medio para
presentar la Iglesia, sino que también podría buscarse el hacer vida eclesial
en la Red, como un espacio en el cual
presentarse. Ver también la Iglesia, en este aspecto, como el espacio conectivo, un espacio donde las personas tengan experiencia de vida,
conectadas entres sí y con Dios, conlleva también a un alto riesgo, perder la
comprensión de cuerpo místico. Si bien hoy gozamos del hacer chek in con el teléfono-móvil y dar
aviso de nuestra presencia para tener disponibilidad de encuentro físico con
los demás es importante recordar que el encuentro de Iglesia no se da solamente
en relación con nuestro prójimo sino también con Dios. Pues la Iglesia no se
reduce sólo a un espacio público en el que hacemos contacto con los demás, sino
que va más allá, es decir la comunión eclesial es don del Espíritu. «El
Espíritu suscita en los fieles el sentimiento de una comunión en virtud de la
cual –por la fe y el amor– están en Dios y Dios está en ellos» (Congar).
A
menudo podemos encontrar en la Red a
personas que en son reservadas, tímidas o incluso cerradas, pero que en ella se
muestra de una manera más abierta, amigable, sacando de su interior aquello que
realmente son pero que por temor no lo expresan en el espacio físico; es por
eso que un desafío para la Iglesia es abrir esa isla (ciberespacio) en la que
se ha encontrado el espacio y la seguridad para expresar todo aquello que no se
hace en el espacio físico. Tarea de la Iglesia es no sólo evangelizar por este
medio sino llevar la Iglesia a este espacio (el ciberespacio), buscando formas
y comprenderse en ellas, buscar ir de la conexión
a la comunión, de los grupos on line
a las relaciones profundas y comunidades cristianas; de estar interconectados a llevarlos a vida en
comunión. En fin, la Iglesia está llamada a perforar la horizontalidad de las
relaciones en las redes sociales para sacarlos y llevarlos a la verticalidad de
la relación de la comunidad con Dios. Ciertamente con esto puede correr
riesgos como por ejemplo la incomprensión de quien es realmente la mediación de
autoridad eclesial, si aquel obispo que preside la diócesis, o aquel a quien se
cyber-frecuenta, o escucha. Si el titular de la diócesis o el Santo Padre; pero
esto es un riesgo que se debe asumir e instruir y regular.
El
desafío de la presencia de la Iglesia en la Red es la tarea de hoy. ¿Podríamos
reflexionar si mi presencia en la red, dice de mí, una vida auténticamente
cristiana de Iglesia? ¿En las redes sociales soy el mismo que frecuenta mi
parroquia o grupo apostólico o en su defecto me veo envuelto en la falsedad de
la propuesta mundana? ¿Busco ser y hacer realmente Iglesia dentro de la Red o
simplemente intercambio y comparto algunos bellos mensajes que me han llegado?
¿Cuándo entro en la red social busco ser cristiano o me olvido de mi ser
bautizado olvidando hacer comunión con mis hermanos conectados?
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Biblia
de Jerusalén; Lumen Gentium; S. Pie-Ninot,
Eclesiología; A. Spadaro, Cyberteología; G. Colzani,
La comunión de los Santos; Y. Congar, El Espíritu Santo.